Carlos Yezid Morales G.(*)
“Oigo y olvido, veo y recuerdo, hago y aprendo” Confusio 550 A.C.
Hace cuarenta y un años me recibí como Ingeniero, siguiendo una filosofía y una estructura educativa y formativa que se ha mantenido, por años en la mayoría de países y universidades del mundo. Es el paradigma que hemos conocido hasta ahora basado en un ritual que incluye aula, profesor, asignaturas, tareas, exámenes, notas, título, etc. Obviamente aprobé todas las asignaturas, incluyendo aquellas materias relacionadas con las matemáticas: algebra, càlculo infinitesimal y ecuaciones diferenciales, entre otras. Hoy después de cuatro décadas de ejercicio profesional y de desempeñar la docencia universitaria en mi campo de especialización, debo confesar que nunca he necesitado utilizar las integrales ni las derivadas a lo largo de mi vida. Lo lamentable es haber dedicado tanto tiempo y esfuerzo y haber pasado tantos malos ratos y sinsabores con algo a lo que luego jamás se le saca provecho.
La principal razón es que la educación es el ámbito de la sociedad que menos ha evolucionado con el paso del tiempo. Para reflejar lo desalineados que están los procesos educativos con el mundo en el que vivimos, se suele recurrir muchas veces a analogías como la siguiente: Si tomásemos a un ingeniero de caminos del siglo XIX y lo colocásemos frente a un proyecto vial actual, no sabría qué hacer, no entendería gran cosa, estaría perdido e imposibilitado de actuar. Si tomásemos a un profesor de esa misma época y lo introdujésemos en una sala de clases de cualquier colegio o universidad del mundo, inmediatamente reconocería la situación y en cuestión de segundos sería capaz de seguir desempeñando su profesión de forma natural.
El concepto de Educación que ha predominado y aún continúa, es simple: es algo que ocurre y no debemos olvidar, si lo olvidamos, entonces no fuimos educados. Si hoy no sabemos cómo resolver Integrales, o no somos capaces de aprobar cualquier examen que presentamos en la universidad, simplemente no aprendimos.
En consecuencia, la noción aceptada de Educación, impuesta por las entidades educativas, no tiene nada que ver con la forma real en la que las personas aprendemos. Acumular información, hoy en día no es muy valioso. Lo que importa no es qué deben saber las personas (algebra, cálculo infinitesimal y/o ecuaciones diferenciales) sino que deben HACER (**).
Los cursos tradicionales pocas veces le dan al participante la oportunidad de practicar, de decidir, de vivir las consecuencias de esas decisiones, de equivocarse y de recuperarse de esos erorres y en definitiva de hacer otra cosa que no sea leer y escuchar y pasar a la siguiente lección. No importa cuanta información sea arrojada sobre los estudiantes, al cabo de poco tiempo serán incapaces de recordarla, igual que no recuerdan las noticias que leyeron en el periódico o que oyeron y/o vieron en el noticiero del fin de semana anterior.
Si no se practica, no se aprende. Si el curso no se parece al trabajo para el cual se va a preparar, no sirve para su propósito y si el comportamiento del estudiante tras el curso sigue siendo el mismo, el esfuerzo para nada sirvió. En este sentido, Michel Patin, jugador francés de fútbol dijo: ”Entre más practico, más suerte tengo”.
Hay algo que no ha cambiado mucho en miles de años: el hombre aprende de experiencia directa y no de presentaciones digitales como el muy usado powerpoint de hoy.
Aprender es un proceso de construcción activa de conocimiento e interacción entre pares ( y con alguien más experimentado) . El problema no es que la formación en si misma no sirva ni que la modalidad presencial sea inútil. El problema es que los cursos, que se supone preparan a un individuo para actuar, están llenos de palabras y es poco lo que los participantes pueden hacer con las palabras. Resulta difícil aprender habilidades solamente hablando de ellas. En los cursos presenciales tradicionales falta acción, faltan desafíos, falta reflexión, falta retroalimentación. En definitiva falta que el alumno haga y no escuche.
Las personas no recuerdan los cursos que hacen. Recuedan las experiencias que tienen. Aprender exige recordar y la memoria proviene de la experiencia; para tener experiencias es impresindible practicar ( tienen que ocurrir cosas que dejen huella y que puedar ser reutilizadas en el futuro).
Somos el resultado de nuestra experiencia, aprendemos de la experiencia y en realidad lo que aprendemos son experiencias. La formación consiste en poder practicar las situaciones que se van a encontrar mañana en el trabajo.
La manera en que se enseña es más importante que el profesor, según un estudio realizado por Carl Wieman de la Universidad de la Columbia Británica, físico ganador del Premio Nobel y quien ahora asesora al presidente Barack Obama en cuestiones científicas. El encontró que en casos casi idénticos, estudiantes canadienses aprendieron mucho más de asistentes jóvenes que empleaban herramientas interactivas, que de un profesor veterano que daba una cátedra magistral. Los estudiantes que usaron las herramientas interactivas tuvieron calificaciones el doble de altas en una prueba posterior, comparado con los alumnos de la clase normal, dice el estudio publicado en la revista Science.
En el método interactivo no hubo casi nada de clases sino discusiones breves entre grupos reducidos, exámenes cortos, exposiciones y sesiones de preguntas y respuestas. Los docentes recibían la reacción del estudiantado inmediatamente en forma de gráficas. “Este es un aprendizaje mucho más eficiente, por supuesto. Todos deberían estar practicándolo. El que no esté aplicando esto está haciendo mal enseñanza”. Lloyd Armstrong, ex vicerrector de la Universidad del Sur de California y profesor de física y educación, coincidió en que el estudio demuestra que “no depende del maestro y ni siquiera de la tecnología, sino del método de enseñanza“.
Existe solo un camino para aprender a hacer algo y este es haciéndolo. Si Ud. quiere aprender a lanzar una pelota, cocinar, conducir un carro, desplazarse con seguridad en calles y carreteras o ser un Consultor Internacional, Ud. tiene que ir y hacerlo. A través de la historia, para aprender un oficio, los jóvenes han sido los ayudantes de los maestros. En consecuencia, el aprendizaje de una habilidad ha significado meter la mano en esa habilidad. Cuando se ha tenido la seguridad que no hay daño real , siempre a los novatos “se les ha dado una oportunidad”. Generalmente los padres enseñan a sus hijos siguiendo este camino. Ellos no dan una clase previa a sus hijos para prepararlos a caminar, hablar, trepar, correr, jugar o enseñarlos a comportarse. Ellos simple y precisamente les permiten a sus hijos hacer esas cosas.
Aprendemos haciendo, practicando y no escuchando o leyendo. El error es uno de los elementos esenciales del aprendizaje. Para aprender no hace falta estudiar no es necesario hacer cursos ni hacen falta contenidos. Sacar buenas notas no es sinónimo de aprender ni ser inteligente y la vida no se divide en asignaturas. El método de aprender haciendo conlleva tres criterios esenciales : 1. Hacer (pensar y construir), 2. Cometer errores, y 3. Contar historias (explicar lo que se ha hecho que es la mejor manera de aprender).
Cuanto más habla un profesor, menos aprenden sus alumnos. Por tanto, el objetivo es diseñar actividades y tareas y ayudar a los alumnos cuando tienen problemas y no antes. Las siguientes palabras de John Dewey, pronunciadas en 1916, son esclarecedoras: “Dad al alumno algo que HACER y no algo que aprender, ya que el hacer tiene tal potencia que exige pensar y reflexionar” (**)
En mis cursos de Formulación y Evaluación de Proyectos suelo hacer que los participantes intercambien información personal entre ellos y luego les pregunto a que se dedican, que esperan del curso, que es lo que más les interesa y les entrego un escrito de menos de una cuartilla. Les pido que integren grupos, que se reunan y se pongan a trabajar analizando el escrito y un tiempo más tarde presenten al resto de la clase las conclusiones sobre las preguntas planteadas. La reacción inicial de los participantes es casi siempre de sorpresa, incomodidad y resistencia y tal malestar dura hasta que se inician las discusiones y se descubren que los que tienen que hacer el esfuerzo son ellos, que aprender no es lo mismo que enseñar y que el aprendizaje surge desde adentro y no viene de afuera.
No hay nada más importante que aprender pero al mismo tiempo, el gran problema que debemos enfrentar es que NO sabemos aprender. Bueno, si hemos de ser justos, en realidad hay un grupo que si sabe aprender y lo hace a las mil maravillas y jugando: Los niños. Es evidente que todos fuimos niños alguna vez. (***)
El método de aprender haciendo implica un cambio drástico de protagonismo y de responsabilidad, con relación al tradicional. Los alumnos, generalmente, tienen internalizado el modelo que tanto la escuela como la universidad les ha inculcado durante tantos años que les resulta casi imposible desembararzase de él.
Si la mejor manera de aprender es haciendo y practicando, entonces el juego es una metodología tremendamente poderosa para mejorar los procesos de aprendizaje y los resultados esperados. “El juego constituye una estrategia de aprendizaje. Jugar es el trabajo más importate del niño. Cleparade, 1918
Los Daneses que crearon LEGO©, han definido la palabra juego como “Una actividad limitada en el tiempo y el espacio, estructurada por reglas, convenciones o acuerdos entre jugadores, no forzados por una autoridad; que promueve el desarrollo de la fantasía y la imaginación creativa”.
Hemos expuesto todo lo anterior, porque existen innumerables actividades de nuestra vida diaria en las que el aprendizaje jugando y haciendo, constituyen herramientas exitosas para un mejor vivir. Tales el caso del comportamiento en el tránsito de conductores y peatones. Un seguimiento a quienes de niños aprendieron los principios de la circulación vehicular mediante el uso de parques “infantiles” de tránsito. bajo el concepto de juego creado por LEGO, ha demostrado que en la edad adulta han sido mejores conductores, mejores peatones y por ende, mejores ciudadanos.
Como Boyacá está desarrollando su Plan Departamental de Seguridad Vial, resulta propicio enfatizar la necesidad de que nuestros niños y adolescentes internalicen la cultura del tránsito mediante la provisión por parte del Gobierno o del Sector Privado, en las principales ciudades del departamento, de sendos parques de tránsito , que tengan como filosfía central el aprender haciendo.
Estos lugares deberán estar conformados por circuitos de vialidad pensados y diseñados especialmente para niños ( pero también para los adultos), recreando calles, avenidas, pasos peatonales a nivel, marcas, señales de tránsito y semáforos, movimientos vehiculares y peatonales, entre otras cosas, y tiene como objetivo que niños y adultos aprendan todo lo referente a la seguridad vial, pudiendo experimentar, identificar y percibir, con vehículos conducidos por ellos mismos, el tránsito que fluye en una ciudad concreta en miniatura.
Los asistentes podrán disfrutar allí de la actividad de conducir o de ser peatón. En un pequeño auditorio recibirán una explicación visual de todo lo concerniente a las señales de tránsito, el rol del peatón, la correcta ubicación dentro del vehículo y el uso del cinturón de seguridad, entre otros temas. Luego adultos y niños en el mismo parque vivirán situaciones de tránsito concretas (atravesar cruces viales y semáforos) y podrán desenvolverse al mando de un vehículo. Cámaras de video grabarán su comportamiento y posteriormente regresarán al auditorio para ver y analizar en grupo como fue su propio comportamiento dentro de las corrientes vehiculares. Cada vez que un visitante concurra al Parque de tránsito vivirá experiencias diferentes pero igualmente ilustrativas , aleccionadoras y de completo aprendizaje.
Con estas actividades se buscará que los boyacenses comiencen a trabajar en la creación de un "Nuevo Tránsito" en las ciudades del Departamento, más seguro y más humano, inculcándoles adecuados hábitos para que sean el ejemplo a seguir en materia de prevención vial.
Se procurará generar una nueva conciencia preventiva en torno al tránsito desde el enfoque sistémico de “aprender haciendo” porque mencionar el tema de la seguridad vial implica tener viviencias de todo aquello que hacemos cada vez que salimos a la calle: formar parte de un todo, sabiendo que con nuestra conducta condicionamos al otro y éste a nosotros. El desafío está puesto en volvernos hacedores del tránsito desde pequeños.
No se trata sólo de transferir conocimientos generales sobre seguridad vial, entre los que pueden figurar la prohibición de cruzar en rojo o el respeto continuo al peatón, sino, principalmente, de aprender actitudes y conductas que tienen lugar en la vía pública y el rescate de valores tradicionales, como el respeto, la tolerancia y la convivencia en la calle. Asi prepararemos las nuevas generaciones de ciudadanos. Que así sea!
( *) Ingeniero en Transportes y Vías, Ingeniero Civil, Gerente de Proyectos, M Sc. (Universidad Nacional de Colombia), PhD © (U. Politécnica de Madrid (España)), Capacitador Internacional sobre Formulación y Evaluación de Proyectos de Interés Social con metodología BID y de la Banca Multinacional. Investigador sobre Temas de Seguridad Vial. Analista, Asesor y Consultor del Observatorio Boyacense de Movilidad y Seguridad Vial - SEGVIAL BOYACÁ. Email: Cymoralesg@gmail.com (**) John Dewey, Thinking in Education. 1916)
(***) Margulis, Lucio y Martinez, Javier. “Jugar es aprender haciendo”