La DGT estudia revalorizar las indemnizaciones a las víctimas de accidentes de tráfico
Después de leer la noticia sobre el valor estadístico de una muerte en carretera, me gustaría reflexionar sobre el asunto. En Circula Seguro hablamos de seguridad vial y por tanto también nos preocupa el coste que suponen los accidentes de tráfico. La movilidad acarrea también efectos negativos y uno de ellos es su coste económico.
No es para menos, ya que según un estudio encargado a la Universidad de Murcia por parte de la DGT, un total de 1,4 millones de euros, y que expondré más adelante, es lo que pierde la sociedad en términos económicos cada vez que una persona fallece en nuestro país como consecuencia de un siniestro ocurrido en la carretera.
Las consecuencias negativas del tráfico, con sus cifras de siniestralidad, no sólo pueden servir de referencia para actualizar el baremo de indemnizaciones, como se viene haciendo anualmente, sino también para implantar medidas eficaces y eficientes encaminadas a abordar los principales factores de riesgo en materia de seguridad vial.
La sociedad, cada vez más mentalizada con los accidentes de tráfico, tiene que saber qué se está haciendo para prevenir los siniestros viales y no acomodarse con las noticias del lunes sobre el número de accidentes ocurridos tras el fin de semana. Hay que dejar a un lado comentarios tales como, “los accidentes de circulación son el impuesto que hay que pagar por la movilidad y el progreso” o “tenemos los accidentes que nos merecemos”, si queremos afrontar verdaderamente la realidad sobre este tema, ya que son mensajes que para nada ayudan a prevenir los accidentes.
Otro problema, más bien de concepto, es calificar o definir como “accidental” una muerte dentro de un entorno vial. Creo, que es un grave error puesto que los accidentes que ocurren con ocasión del tráfico pueden resultar en su mayoría, por no decir todos, imprevisibles pero sí evitables. Sólo falta mencionar los accidentes que yo llamo los “delitosos”, es decir con voluntariedad “por acción u omisión” y los que nos manda la madre naturaleza que estos sí que son como caídos del cielo.
Al parecer, según el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia, Jorge Eduardo Martínez Pérez, para llevar a cabo la investigación han entendido el valor de prevenir o evitar un fallecimiento como la suma de tres componentes: costes económicos directos (gastos médicos y ambulancia), costes económicos indirectos (pérdida neta de producción) y costes humanos. Visto el panorama, tenemos la excusa perfecta para pensarse en contratar una póliza de accidentes complementaria. De hecho, las entidades bancarias obligan a firmar una prima de accidentes si hay de por medio una hipoteca pendiente.
Volviendo al tema económico, pensamos que invertir en seguridad vial es invertir en vidas. Por muy costosos que sean los planes de seguridad vial, siempre serán rentables; si con ello, minimizamos las pérdidas que suponen las indemnizaciones a personas que directa o indirectamente sufren un siniestro vial. No hace mucho tiempo coincidí en una conferencia con una víctima del tráfico y al escuchar del ponente que las cifras son positivas por el descenso de accidentes y víctimas, rompió su silencio y dijo algo así como que, “los fallecidos por accidente no restan sino que se van sumando cada día, cada semana y cada año”.
Otra manera de ver la siniestralidad, de nuestras calles y carreteras, sería desde el punto de vista preventivo y no tanto paliativo para abordar de raíz la complejidad del fenómeno vial. Aquí no hay una “varita mágica” ni una segunda oportunidad que rebobine la cinta hacia atrás y evite lo indeseado. Pero sí hay, gracias a los avances tecnológicos del día a día, elementos de seguridad más sofisticados tanto en carreteras como en vehículos, seguridad activa y pasiva, que minimizan las consecuencias de los accidentes.
Por otro lado, si pensamos demasiado en los beneficios y costes, quizas dejamos a un lado otro factor importante en todo este tema y es la falta de cultura orientada hacia la seguridad vial basada en reducir el riesgo y la agresividad al volante. La sociedad parece que se acomoda y no reacciona ante el elevado coste que puede representar un sólo accidente tanto en casco urbano como en carrretera. Las compañías de seguros aceptan los siniestros, tramitan mediante acuerdos la reparación de los daños, cubren mediante convenios las indemnizaciones a las personas mediante unas cifras previamente fijadas o establecidas y cierran expediente. Todo un sistema, con su compleja maquinaria social, que deja en segundo plano la prevención y la minimización de los siniestros.
Sin embargo, calcular el coste de los accidentes de tráfico es una de las herramientas clave para justificar las inversiones en seguridad vial. En este sentido, tiene su lógica la creación de carreteras inteligentes y seguras diseñadas para reducir los accidentes mortales y los siniestros con lesionados. Por ejemplo, la construcción de rotondas para sustituir un cruce peligroso, el desdoble de calzadas, las circunvalaciones que rodean las grandes ciudades y la reordenación del casco urbano orientado cada vez más a dar mayor cobertura a los peatones y menos a los automóviles. Esto último posiblemente vinculado más hacia la salud y medio ambiente.
Por último, decir que tal y como se anuncian las estadísticas sobre siniestralidad vial, hoy por hoy, los resultados son buenos si los comparamos con otros años pero hay que recordar que un solo muerto por accidente de tráfico es una tragedia. Vive la vida."
Fuente: Texto tomado de la Revista Circula Seguro
En la vía, nuestra vida
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