LA POSIBILIDAD DE SUFRIR SECUELAS PSICOLÓGICAS SE MULTIPLICA POR 10 EN LOS FAMILIARES Y AFECTADOS POR ACCIDENTES DE TRÁFICO
Depresión, angustia, tentativas suicidas... Son algunas de las secuelas psicológicas que sufren la mitad de los afectados (familiares y víctimas) por accidentes de tráfico. Tanto desde las administraciones, como de asociaciones y entidades privadas, se trabaja para evitarlo.
Y después del accidente ¿qué pasa? ¿Qué ha ocurrido con las más de 200.000 personas que durante la última década sufrieron heridas graves o las más de 250.000 familias que recibieron la trágica noticia de que algún hijo, esposo, hermano... había fallecido o resultado gravemente herido en un siniestro de tráfico? Todos pensamos inmediatamente en las secuelas físicas de las víctimas (paraplejias, tetraplejias, lesiones cerebrales...) Pero, ¿y el otro sufrimiento, el silencioso, el que no se ve y cuyas señales no se pueden tocar, el de los traumas psicológicos? En el ‘Estudio piloto sobre el impacto de los siniestros de tráfico en las víctimas y afectados’, presentado por la asociación Prévencion d’Accidents de Transit (PAT), se estima que alrededor del 50% de los afectados ha tenido que seguir un tratamiento psicológico: más del 30% por depresión aguda, el 33% por angustia, el 44% por trastornos de la conducta alimentaria... Son cifras que multiplican por 10 la tendencia a sufrir esayutas secuelas respecto a la media de la población, siguiendo los datos de la Organización Mundial de la Salud.
Secuelas que, además, son “ mucho más importantes y duraderas en el tiempo que las físicas”, según las conclusiones del informe ‘La vida después el accidente de tráfico’, realizado por la Fundación Lagun Aro-Stop Accidentes, con el que se comprobó que mientras las físicas duran de promedio algo más de 2 años y medio, las psicológicas se sufren más de 3 años.
Secuelas que, además, son “ mucho más importantes y duraderas en el tiempo que las físicas”, según las conclusiones del informe ‘La vida después el accidente de tráfico’, realizado por la Fundación Lagun Aro-Stop Accidentes, con el que se comprobó que mientras las físicas duran de promedio algo más de 2 años y medio, las psicológicas se sufren más de 3 años.
Cuando el accidente ocurre y las consecuencias son graves, se abre un largo camino hasta volver a tener una vida normalizada: se sienten solos, diferentes, no se centran en su trabajo, se aislan... Actitudes que se repiten y que, como afirma Begoña Odriozola, psicóloga del Servei d’Emèrgencies de Barcelona, “son normales dentro de la situación tan anormal que están viviendo”. Ella lo sabe muy bien, porque “cuando vamos al domicilio de la víctima a comunicar la noticia, tenemos la sensación de que vamos a tirar una bomba, somos conscientes de que a partir de ese momento en su vida va a haber un antes y un después”. Y añade que “alrededor de un 10% no son capaces de digerir por sí mismas y con la ayuda de su red social, la nueva situación y sufrén estrés postraumático”.
Por eso la importancia de la ayuda psicológica. Administraciones, instituciones y asociaciones lo saben y están poniendo en marcha iniciativas que eviten o reduzcan las secuelas. Un ejemplo lo tenemos en las Oficinas de Asistencia a las Víctimas, dependientes del Ministerio de Justicia, que hasta ahora estaban dedicadas a la atención de víctimas, principalmente, de violencia de género. “Ahora van a dar también asistencia a las de accidentes de tráfico donde haya habido heridos o fallecidos y se sospeche que se ha producido como consecuencia de un delito”, indica Belén Órdoñez, de la Dirección General de Relaciones con la Administración de Justicia. Ubicadas en los juzgados de algunas provincias, su objetivo es asistir a lo largo del proceso penal los trastornos psicológicos que el delito haya podido ocasionar a los afectados.
También destaca la recientemente creada Unidad del Trauma de Barcelona (UTCCB), que cuenta con el apoyo de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Colegio de Psicólogos de Cataluña. Su directora Ingeborg Porcar, subraya que no hay que darles una lista con los que les puede pasar, sino decirles donde pueden preguntar todo aquello que duden y darles una respuesta inmediata. Por eso es esencial “ofrecer a los afectados un sitio o un teléfono donde puedan acudir a cualquier hora, porque los casos no resueltos generan mucho malestar y resolverlos en el momento es fácil”.
Y es que “un accidente de tráfico es una situación que nadie piensa que le puede pasar a él. Lo oímos en las noticias, escuchamos campañas... pero nadie está preparado para asumir sus consecuencias”, explica Marilina Ferrer, psicóloga de la asociación Stop Accidentes.
Por eso la importancia de la ayuda psicológica. Administraciones, instituciones y asociaciones lo saben y están poniendo en marcha iniciativas que eviten o reduzcan las secuelas. Un ejemplo lo tenemos en las Oficinas de Asistencia a las Víctimas, dependientes del Ministerio de Justicia, que hasta ahora estaban dedicadas a la atención de víctimas, principalmente, de violencia de género. “Ahora van a dar también asistencia a las de accidentes de tráfico donde haya habido heridos o fallecidos y se sospeche que se ha producido como consecuencia de un delito”, indica Belén Órdoñez, de la Dirección General de Relaciones con la Administración de Justicia. Ubicadas en los juzgados de algunas provincias, su objetivo es asistir a lo largo del proceso penal los trastornos psicológicos que el delito haya podido ocasionar a los afectados.
También destaca la recientemente creada Unidad del Trauma de Barcelona (UTCCB), que cuenta con el apoyo de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Colegio de Psicólogos de Cataluña. Su directora Ingeborg Porcar, subraya que no hay que darles una lista con los que les puede pasar, sino decirles donde pueden preguntar todo aquello que duden y darles una respuesta inmediata. Por eso es esencial “ofrecer a los afectados un sitio o un teléfono donde puedan acudir a cualquier hora, porque los casos no resueltos generan mucho malestar y resolverlos en el momento es fácil”.
Y es que “un accidente de tráfico es una situación que nadie piensa que le puede pasar a él. Lo oímos en las noticias, escuchamos campañas... pero nadie está preparado para asumir sus consecuencias”, explica Marilina Ferrer, psicóloga de la asociación Stop Accidentes.
Fuente: Revista Tráfico y Seguridad Vial - Nº 212 - febrero de 2012
Nota del Observatorio Segvial Boyacá: En Colombia este tema es desestimado por gobenantes, dirigentes y, paradójicamente, por los mismos ciudadanos. Los gastos oficiales en Seguridad Vial (prevención de la siniestralidad) nunca se han considerado como una inversión económica y social de alta prioridad; aunque, de manera lamentable, los accidentes de tránsito generan enormes tritezas, desequilibrios y otros costos sociales que se agregan a los altísimos costos económicos.
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