Posted: 30 May 2012 12:50 PM PDT
La palabra potencia está íntimamente ligada al mundo del motor. Lo oímos y decimos por todas partes. Sin embargo, como ocurre con todos aquellos vocablos de origen científico que han inundado la vida cotidiana, a menudo no somos del todo conscientes de lo que realmente significa la palabra.
La finalidad de esta humilde miniserie de artículos sobre la potencia es echar mano de las definiciones más básicas de Física para repasar el significado del concepto, y ver como afecta al comportamiento del vehículo. Y, además, ejemplificar las explicaciones con un par de cálculos sencillos; realmente sencillos.
Aviso, de entrada, que los cálculos no se centrarán en describir con precisión en casos concretos de la realidad. Eso sería imposible en el limitado espacio del que disponemos (la excusa de Fermat); y, además, muy aburrido. Buscaremos, ante todo, ejemplificar.
Acostumbramos a relacionar la potencia con dos características del vehículo: su velocidad punta y su aceleración. La velocidad punta, como su nombre indica, se refiere al máximo ritmo de avance que el coche es capaz de alcanzar. Por contra, la aceleración indica lo rápido que el vehículo es capaz de aumentar su velocidad.
Son conceptos diferentes. Un vehículo podría tener una velocidad punta increíble, pero tardar una eternidad en alcanzarla. Es decir, tener una aceleración muy pequeña.
Sí, es cierto que ambas propiedades del vehículo dependen de su potencia, entre otros factores. Sin embargo, la dependencia es más directa en el caso de la aceleración. Doblar la potencia implica doblar la aceleración; sin embargo, la velocidad punta aumenta solo en un 40% aproximadamente.
Dicho de otra forma, si multiplicamos la potencia por cuatro, la aceleración se incrementa en la misma proporción, pero la velocidad punta solamente se duplicaría.
Bueno, basta de introducción. Miremos al libro de Física a los ojos, y mientras el viento arrastra un helecho esférico, atrevámosnos a preguntarle ¿qué es la potencia?
La potencia mide la cantidad de energía que un cuerpo transmite a otro por cada unidad de tiempo.Por lo tanto, hablar de potencia implica tener dos cuerpos, donde el primero transfiere energía al segundo. En nuestro caso, podemos decir que es el motor quien transfiere energía a la carrocería. Finalmente, dicha energía se utiliza para transformase en energía cinética. Es decir, en movimiento.
Fijaos, además, que la definición se refiere la tasa de transferencia de energía; no a la energía total. Un cuerpo puede transmitir muchísima energía a otro, pero si lo hace de forma muy lenta, la potencia será baja.
Dicha transmisión de energía se efectúa a través de una fuerza. En efecto, el motor (a través del sistema de transmisión, y finalmente de las ruedas) ejerce una importante fuerza de tracción sobre el resto del vehículo. Parece obvio pensar que, cuan mayor sea la fuerza, mayor será la potencia transmitida.
De hecho, es así. Resulta que la potencia transmitida se puede calcular simplemente multiplicando la fuerza por la velocidad del vehículo, P = F v.
Es decir, una misma fuerza transmite una cantidad mayor de potencia cuanto más rápido se mueve el vehículo. O, dicho al revés, para efectuar una misma fuerza es necesario proporcionar una cantidad superior de potencia cuando el vehículo se mueva a gran velocidad. Esta es la principal causa por la que es necesario incrementar mucho la potencia para aumentar de forma significativa la velocidad punta.
Armados con todo esto, y simplemente recordando la segunda ley de Newton, ya estamos listos para hacer los pequeños cálculos de ejemplo que os prometí. Pero eso lo haremos mañana, no es cuestión de abusar.
*Fuente: Revista Circula Seguro
Contáctenos: <observamoslaseguridadvial@gmail.com >
No hay comentarios:
Publicar un comentario