Fuente del gràfico: Internet
* SERGIO DE JESUS OJEDA
GOMEZ
Abogado
Director Centro Integral de Atención CIA
Abogado
Director Centro Integral de Atención CIA
Instituto de Tránsito
de Boyacá - ITBOY
El tema que nos
preocupa institucionalmente es la seguridad vial, mirada en esta oportunidad desde
variantes como: las topográficas, el clima y el estado de la vía; factores que
pueden incidir en la ocurrencia de un accidente de tránsito, con vinculación al
controvertido tema del límite legal
de velocidad señalado en la ley 1239 del 25 de julio de 2008 (120 kph).
Para tener mejor aceptación en una parte “acomodada” de la población
solo falta dejar libre el límite de velocidad o siendo más “conservadores”
permitir los 120 kilómetros por hora en todas las vías nacionales y
departamentales; eso sería posible si no fuera responsabilidad del Estado proteger a todas las personas residentes en
Colombia , en su vida y bienes…
Por aspectos de costos (recursos $) el trazado de las vías No tiene el
mejor diseño para superar técnicamente las múltiples dificultades propias de
nuestra topografía andina, ni para atender la demanda actual sobre la red vial;
por eso, encontramos tramos de vías carentes de bermas,
en uno u otro costado de la vía está un rio, un abismo o la montaña y sin berma;
esas características sumadas a la variación frecuente o inestable en las
condiciones climatológicas de nuestro
Boyacá hacen que en cualquier momento se presente nubosidad, neblina, sol radiante o lluvias, aun en un mismo día; estas
circunstancias ponen en riesgo nuestra seguridad a menos que las conozcamos,
dejemos de ser indiferentes y tomemos los
correctivos correspondientes en cada momento.
Entre otros de los factores
externos podemos contar el precario estado de la malla vial (carpeta asfáltica
destrozada, derrumbes, hundimiento de la banca de la vía o pérdida de la
calzada como consecuencia de las fallas geológicas o por la temporada invernal,
incluyendo la falta de mantenimiento preventivo y correctivo.
No se espera que, en el
corto o mediano plazo, se apliquen inversiones que permitan recuperar y/o mejorar
el estado actual de algunas vías, como
tampoco se espera que se construyan viaductos sobre todas las fallas
geológicas, o túneles para acortar distancias y superar otras dificultades de
gran importancia.
Como ha de entenderse, las
condiciones topográficas, geológicas y
climatológicas a sí son, así sepresentan
y así se quedan; por ello, el conductor solo puede y debe entrenarse, adaptarse
para sortear con éxito esas variables negativas. Las condiciones actuales de
las vías no son las mejores, presentan las dificultades mencionadas y otras que
no son de menor importancia; por eso, nuestro comportamiento debe ser más exigente,
riguroso en la revisión personal frente
al límite de velocidad.
Ante la realidad
fáctica de las condiciones topográficas, climatológicas y del estado de las
vías, nos corresponde como conductores mantener en todo momento el control del vehículo; esto se logra conservando
un promedio de velocidad que se ajuste a esas variantes en términos de
seguridad, el desconocimiento del entorno, su falta de adaptación rápida y
razonada propiciará la ocurrencia del nefasto accidente de tránsito.
Fijar legalmente el límite máximo de velocidad en nuestro
departamento es una tarea difícil, en el
entendido que la mayoría de conductores
no recibimos con satisfacción el tope de velocidad “baja” que se señal; es comprensible la inconformidad social porque,
los ingenieros automotrices diseñan vehículos más rápidos, más fáciles de maniobrar;
adicionamos la impaciencia, la ansiedad propia
de estas generaciones, motivo por el cual tenemos la percepción que vamos muy
lentos. La realidad puede ser otra,
porque, por encima de todo, queremos más velocidad, en ocasiones
justificado ese deseo por los avances en
los vehículos en términos de mayores velocidad
y comodidades; las vías, el medio ambiente y la topografía accidentada no
cambian tan rápidamente como la tecnología vehicular o no cambian; eso sin contar la variedad de conductores por
edad, estado de salud, embriaguez, pericia, responsabilidad; temas que no son de
análisis aquí. Lo que sí se puede
afirmar es que la velocidad por sí sola no mata, pero como la cara y el sello de una moneda están unidas, la cara
puede ser la velocidad como sinónimo de placer, satisfacción, libertad, pero la
otra, el sello, la fea no se puede desconocer, está conformada por variables
que afectan la seguridad en función de la velocidad; a mayor velocidad menor
tiempo y menor distancia para maniobrar en forma segura.
Luego la pregunta que surge es ¿cuál es la velocidad segura?
y la respuesta no será que son 60, 70,
80 o 120 KPH pues todo dependerá de las diferentes variables explicadas
brevemente y las que falta por explicar, de tal suerte que la velocidad segura
será aquella que permite tener perfecto control
sobre el vehículo en cualquier lugar y en cualquier tiempo; para lograr ese
resultado favorable debemos adaptar nuestro entendimiento, comportamiento acorde
a todas y cada una de las variantes del trazado de la vía, del clima, de la topografía y del entorno; es decir, que se disponga del tiempo y de la
distancia técnicamente necesarias para sortear con éxito cada variación; con esto quiero significar, a manera de
ejemplo, que una vía que no cambió su
trazado en 10 o más años y que la recorremos
con frecuencia, no significa que
sea la misma vía todos los días y a toda hora; por el contrario, la
experiencia, la observación no enseña que hay continua variación, ejemplo
llovió y se levantó la tapa de una alcantarilla, un vehículo vertió aceite, arena,
gravilla sobre la vía, presencia de un derrumbe, etc. es decir, estos cambios
son repentinos, no avisan, y por ende no siempre se puede conducir de la misma
forma y a la misma velocidad.
El tema de velocidad es de cuidado más cuando se desborda el
límite fijado técnica y legalmente, pues
como se reitera, debemos ajustar nuestra velocidad en cada tramo de la vía,
bien por el entorno, su topografía o estado, de tal suerte que no es lo mismo circular por
una carretera a 100 KPH en descenso, ascenso o plano, menos aun cuando se transita por vía en espacio
despoblado, o frente a un establecimiento educativo, deportivo, etc. de tal
suerte que si no ajustamos nuestra atención, concentración, reflejos y velocidad
podemos perder el control del vehículo con consecuencias funestas: por lo anterior, se afirma que las condiciones topográficas,
climatológicas y estado de la vía están ligados inescindiblemente a la velocidad
y por esas mismas circunstancias es que se determina o califica el ejercicio de
ser conductor de vehículos automotores como de alto riesgo, tanto así que es el
medio de transporte más peligroso, de tal suerte que si se trata de elegir entre el automóvil, el barco o el avión, el automóvil pierde de
lejos en términos de seguridad. Muy interesante podría ser establecer y comparar la formación precisa dada
y exigida a los conductores de cada uno
de estos medios de transporte como requisito fundamental para su habilitación como
tal.
Claro está que las
consideraciones actuales obedecen a la falta de asistencia de los vehículos y
de las vías pues cuando estén sistematizados, estas preocupaciones o
consideraciones dejarán de tener validez, pasarán de moda, pues los vehículos “aprenderán”
(grabaran) la forma en que deben desplazarse bien por la programación del
fabricante o por los gustos de sus operadores; mientras eso no ocurra, la recomendación es transitar por cualquier
vía como si fuera la primera vez, circular fundado en la confianza de que ya
conozco esa vía es un desafuero, la confianza no es buena consejera; la certeza
y la seguridad son mejores expresiones de forma y de fondo fundadas en la
experiencia, en el aprendizaje; el adagio popular dice que “la confianza mata”.
La estadística es rica en indicar que la confianza, el descuido, la imprevisión
dan como resultado el siniestro.
Como reflexión para quienes efectúan el estudio en
señalización para determinar el límite
máximo y mínimo de velocidad en cada tramo de vía, ha de tenerse en cuanta que
ésta no solo debe corresponder a su trazado, sino que se evalúe la velocidad de
operación (promedio) con el cual circulan los vehículos por un lugar, dado que
al establecer por norma velocidades muy bajas, éstas carecerán de efectividad
operativa, y se induciría, en la práctica, a los conductores a no respetar el tope de
velocidad y a desobedecer las señales de tránsito, con lo cual se fija un
pésimo precedente.
Todo ser humano promedio tiene una computadora activa, al
abrir los ojos y coger el volante de un vehículo, ésta valora si la velocidad
con que viaja es segura o no, es algo que maneja el subconsciente, de tal
suerte que aunque la señal de tránsito indique en una recta que la velocidad
máxima es de 50, 60, 0 70 kph será difícil su cumplimiento, es decir que el
capricho personal del contratista o servidor público no será respetado. Se
podrá imponer comparendos, el cambio no se verá; al respecto en la revista motor No 572 del 06
de febrero de 2013 un ciudadano escribió entre otras cosas respecto de un viaje
por carretera entre Bogotá y Santa marta
“ Enumeraré algunas de las torturas posibles en un viaje de estos: hundimiento
de la calzada, huecos y derrumbes de meses - por no decir años-, una
señalización al parecer colocada por un descerebrado, rutas por donde es casi
imposible adelantar….” por ello las restricciones de velocidad sobre las vías
deben corresponder a las diferentes características de cada tramo de vía y de
su entorno, deben ser coherentes con la realidad temporal de tal forma que
exista un verdadero equilibrio entre la
seguridad y la movilidad.
Si se obesrva, la señal de velocidad máxima
instalada en la “Doble calzada Briceño –
Tunja- Sogamosos –BTS- que es de 80 kph,
con seguridad muy pocos conductores de vehículos tipo livianos (automóvil,
camioneta) respetan ese tope; por el contrario, al dialogar con una buena
cantidad de conductores de esa mismo tipo de vehículos manifiestan que se
sienten seguros transitando a 100 kph en los trayecto rectos de buenas condiciones técnicas,
de tal forma que el tema sobre el límite inferior y superior seguirá siendo de
amplia discusión, dependiendo de las variantes expuestas, incluyendo otras como
la edad, el nivel de cultura vial, el carácter del conductor y su experiencia específica,
y el tipo de vehículo, incluyendo la
gama.
El tema que hoy se está abordando no cobija todas las
variantes externas que pueden contribuir con la generación de un accidente; anticipamos
el estado del tráfico, la señalización, la iluminación y los dispositivos de
control del tráfico entre otros y por supuesto estará ligada toda la discusión
a la velocidad donde también hay múltiples
variantes que hoy no fueron objeto de
consideración.
Respecto
del año 2012 como buena noticia los
medios de comunicación registraron en el marco
del 9° Congreso Nacional de Ingeniería, que el INVÍAS está haciendo la tarea
con la ejecución de proyectos con recursos públicos por $6.8 billones en la
presente vigencia, lo que muestra la cuantiosa inversión que hace el gobierno
nacional para dotar al país de una infraestructura necesaria para los retos que
traen los Acuerdos de Libre Comercio que ya están en marcha.
Por su parte, la Agencia
Nacional de Infraestructura (ANI) de Colombia lanzará la cuarta ronda de
concesiones de infraestructura pública, dentro de los cuales se incluyen cuatro
nuevos proyectos (avaluados en 3,5 billones de pesos) : carretera Cáqueza-La Calera de 169 km, ubicada
en el departamento de Cundinamarca, por un valor de US$361mn; la vía
Barranquilla-Cartagena de 152 km, por US$444mn; la ruta Mulaló-Lobo Guerrero de
30 km, por US$556mn; y Puerto Salgar-Girardot, también por US$556mn.
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