En el “orden”
mundial, las energías renovables están en el centro de las estrategias para
lograr disminuir la dependencia de combustibles fósiles y de paso las emisiones
de carbono¸ es un “gana-gana” teórico desde donde se le mire.
La
posibilidad de almacenar electricidad ha sido considerada el factor clave para
lograr un verdadero impacto en la contribución de las fuentes generadoras de
electricidad no convencionales como las celdas fotovoltaicas o los molinos de
viento. La razón es simple; el carácter aleatorio de las fuerzas de la
naturaleza es un factor determinante en la eficiencia de la generación con
renovables, un día sin vientos o un día con muchas nubes puede bajar los
niveles de generación energética considerablemente, haciendo necesaria una
conexión permanente de respaldo, en caso que se presente la eventualidad que no
haya suficiente generación a través de las instalaciones de las energías “renovables”.
A gran
escala, hablando de una región o un país con suficiente infraestructura para
aprovechar las energías renovables, las criticas surgen porque aun teniendo
gran capacidad generadora instalada, el riesgo de no generación en un
determinado momento está siempre presente. Algunos expertos hablan de la
posibilidad de reducción del riesgo mediante la instalación de más paneles
solares y molinos de viento, de tal manera que si en una parte del país no
sopla el viento es muy posible que en otra el sol brille; no obstante, esta
solución implica una inversión de capital de grandes proporciones, donde la
variable política se convierte en el factor limitante.
Pocos
países están en condiciones reales de invertir en capacidad generadora de
energías renovables, distribuidas a lo largo y ancho del territorio y donde la
posibilidad de generación puede ser altamente ineficiente durante semanas
enteras. Una inversión de esta naturaleza requiere de una coordinación estatal
al detalle; por esta razón es poco probable que ocurra, incluso en sociedades
altamente tecnificadas.
Una
alternativa es tener una mezcla energética diversa, donde las renovables tengan
una repartición distribuida de acuerdo con la mayor eficiencia posible. Como en
el caso anterior, la coordinación del estado tiene que ir acompañada de una
política energética de gran calado.
En países como Inglaterra o Alemania, donde las agenda 2020 de
des-carbonizacion de la industria avanza con cierto existo, la generación
eléctrica distribuida (Distributed Generation) es ya una realidad y se
anuncia en el horizonte cercano el desarrollo de un mercado saludable de
pequeños generadores “renovables”, donde las pequeñas hidroeléctricas tienen
cabida. Hasta este año (2015), la industria ha estado altamente subsidiada con
el propósito de atraer inversiones al sector. Después de más de una década de
subsidios, empiezan a aparecer proyectos cuyo periodo de retorno de la
inversión es de cinco años y ya no requieren de la ayuda estatal para ser
rentables. Sin duda, esto constituye un modelo a tener en cuenta sobre cómo una
política de estado estructurada, que hace uso de los recursos de la nación a
través de subsidios, puede desarrollar los mercados, reducir emisiones y
disminuir la tarifa energética de los hogares.
Fuentes
consultadas
http://www.renacmexico.com/fileadmin/user_upload/Download/RENAC_Mexico/Introduccion_fotovoltaica.pdf
http://www.ft.com/cms/s/0/27c27af8-71a4-11e5-9b9e-690fdae72044.html#axzz3sd3CQTJp
Uriel
Arias R.
Msc, MBA
Observamoslaseguridadvial@gmail.com
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