El perfil del conductor: educado, confiado, impulsivo, estresado… peligroso
Muchas personas piensan que son mejores que los demás cuando van a los mandos de su vehículo. Casi todos hemos visto o sufrido, incluso en nuestras propias carnes, situaciones en las que conductores increpan a otros conductores por el simple hecho de ir más despacio al iniciar la marcha en un carril de incorporación o por esperar al último peatón que está cruzando por un paso de peatones. Y no sólo eso, utilizan el claxon como arma intimidadora seguida de un: ‘pero vamos…’, ‘parece que le han regalado el carnet en una tómbola…’, son algunos de esos comentarios.
Por otro lado, algunos conductores cuando circulan por una ruta o carretera conocida lo hacen de manera relajada, como si no le importase el resto de usuarios y actúan como si sus vehículos llevaran piloto automático. No es difícil observar a otros conductores que por exceso de confianza apuran el arcén en cada curva o rebasan ese semáforo que aunque está en rojo, saben que tarda en ponerse en verde para los peatones. Son conductores autónomos, confiados o de experiencia limitada y cuando ven que los demás no reaccionan como ellos, llegan a comportarse de una manera agresiva.
Conductas que pueden considerarse egoístas, contrarias a la norma y si muestran desprecio hacia los demás, con peligro y llegando a originar un riesgo innecesario, además de sancionables al Reglamento General de Circulación pueden, incluso, considerarse como hechos delictivos. Por otro lado, no es cuestión sólo de hacer, con la acción, sino también de no hacer, como es el caso de la omisión: no señalizar un peligro, una carga derramada o nuestro propio vehículo inmovilizado que obstaculiza la vía pública, no permitir que le adelanten, presenciar un siniestro vial y no prestar ayuda al conductor, posibles ocupantes u otros participantes implicados son algunas de esas conductas.
Díme cómo conduces y te diré cómo eres
Un estudio sociológico sobre el factor humano en la seguridad vial patrocinado por la compañía aseguradora Mapfre y elaborado por el gabinete Bernard Krief en 1995, resumido muy brevemente, decía que uno de cada cuatro conductores españoles es peligroso e impulsivo y considera el vehículo como una proyección de su personalidad. Además, se afirmaba que el conductor español valora muy positivamente sus destrezas al volante y que siempre achaca la culpa de los accidentes a ‘los otros’. Al final del informe y tras la muestra de entrevistados (unos 1300 aprox.), se pudieron clasificar en cinco tipos o grupos de conductores:
* Educados y tranquilos: Se integran en este grupo el 17,5% de los conductores encuestados y se caracterizan por el hecho de no estar particularmente obsesionados por la seguridad ni por la responsabilidad de conducir. Son conductores que conducen como viven, sin prisas, no se alteran fácilmente, se declaran mantenerse prácticos y resolutivos durante la conducción, incluso, en situaciones de dificultad por imperativos del tráfico.
* Indiferentes y confiados: Representan al 12,3% de los conductores. Este grupo es el que menos se preocupa por la seguridad. Padecen de exceso de confianza que les hace olvidar muchas veces algunos peligros inherentes a la circulación de vehículos y peatones. Expresan menos interés que el resto de los conductores por los problemas de mantenimiento, las revisiones, o los elementos de seguridad del coche. Estos conductores reconocen sentirse algo nerviosos cuando conducen y no consideran la conducción como una actividad especialmente divertida.
* Sensibilizados y responsables: El 26,9% de los automovilistas se clasifican en este grupo. Son conductores que tienen las cosas bastante claras. Son responsables y conscientes de todos los aspectos que interviene en la seguridad. Como cumplidores de la norma se actualizan y se adaptan a ella. Sí presentan algún defecto, éste podría ser su envidiable autoestima por confiar mucho en sí mismos y puede que incluso demasiado. Consideran que conducir es una verdadera responsabilidad pero disfrutan de la conducción.
* Disconformes y apáticos: Representan el 17,4% aproximadamente de los automovilistas que comparten esta tipología. Prefieren usar el transporte público siempre que pueden. Les desagrada tener que conducir ya que consideran la conducción como una actividad pesada y aburrida. Son discrepantes con las normas y pueden comportarse de forma agresiva. Son los que protestan cuando salen normas nuevas sobre el tráfico al considerarlas poco necesarias y apuestan por una ciudad sin coches. Culpan al automovilista de los siniestros por atropellos y defienden al peatón.
* Impulsivos e impacientes: Este es un grupo numeroso y en él se encuadran el 25,9% del total de los conductores. Es el grupo más preocupante desde el punto de vista de la seguridad vial ya que presentan unas actitudes claramente diferenciadas del resto y suponen el grupo de conductores más accidentados. Su característica esencial es la utilización del vehículo como medio de autoafirmación personal, es decir, consideran al coche como un medio para reforzar su propia personalidad. Se sienten transformados y más dueños de sí mismos cuando están al volante. Son más impetuosos, tienden a sufrir más problemas de estrés, son más irritables, tienen menos paciencia con los problemas cotidianos del tráfico y manifiestan una forma de conducta más agresiva que el resto de los conductores.
En definitiva, identificarse con uno o con varios de estos grupos de conductores puede resultar un poco complejo ya que no tienen por qué coincidir algunas de esas conductas mencionadas con el comportamiento de la persona en un momento dado, es decir, no se puede generalizar un simple hecho, pues dependerá de múltiples acciones y factores. Por otro lado, podría afirmarse que las personas que presentan un peor ajuste social, cometen infracciones leves de tráfico, a la larga, son más propensos a sufrir algún percance o peligro al volante.
Foto | Jose Téllez, @Chile_Satelital
Fuente: Revista Circula Seguro
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