Posted: 19 Dec 2013 01:25 AM PST
¿Quién no ha paseado por calles llenas de tiendas en barrios levantados en los años 70 y 80 en las periferias?
¿Y habéis notado diferencias con las de algunos nuevos PAUs?
Es evidente, el comercio da vitalidad a las calles, atrae al ciudadano al espacio público y con su presencia retroalimenta una sensación de mayor seguridad. Residentes y visitantes, consumidores o simples transeúntes pasean y se relacionan en calles con elevado número de locales comerciales, mejoran la calidad urbana y por ende la calidad de vida.
Pero además, tiene efectos positivos en la movilidad de las ciudades. Zonas con usos mixtos donde se combina residencia con actividad comercial y económica (oficinas) reduce la movilidad obligada ya que el ciudadano puede localizar en el mismo ámbito su residencia y su puesto de trabajo, o en cualquier caso reducir las distancias de viaje.
Al actuar como foco de atracción, también mitiga los contrastes de tránsito entre primera hora de la mañana, media mañana, hora de comer, tarde y noche… Cuando los vecinos que trabajan lejos ya se han ido abren las tiendas y llegan los consumidores y luego pasa al contrario. Todo ello favorece la sostenibilidad de sistemas de transporte público y otros servicios.
La reserva de espacio para locales comerciales (tiendas, oficinas, etc.) en las plantas bajas de los edificios favorecen la continuidad de los itinerarios peatonales y aminora la sensación de “páramo urbano”. Este efecto se ve aumentado si existen locales comerciales a ambos lados y la calle es peatonal.
Es cierto que algunos nuevos PAUs todavía no se han consolidado y en otros muchos sitios hay locales están vacíos por culpa de la crisis (espiral decadente conocida por el síndrome del comercio vacío), pero en algunos casos ni siquiera se ha dejado el espacio para que existan locales comerciales, por lo que con crisis o sin ella, ahora y siempre,sus calles serán páramos vacíos de gente y de vida.
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