Posted: 06 Aug 2013 03:38 PM PDT
El verano es lógicamente, la época del año en la que más viajes por carretera se realizan. El buen tiempo ayuda pero esto no quiere decir que estemos exentos de la mala climatología. Y dadas las características tan particulares de nuestro país, esto nos puede ocurrir en cualquier lugar. Son la que denominamos tormenta de verano y ante las cuales debemos saber tomar ciertas precauciones.
Todos las hemos sufrido alguna vez por lo que no hay que alarmarse lo más mínimo. Lo que más nos puede sorprender es el cambio repentino de climatología, sobre todo si nos desplazamos en dirección a la tormenta ya que nuestro movimiento acrecentará aun más esta sensación.
Las primeras gotas de las tormentas de verano y el asfalto deslizante
El momento más peligroso se produce con la caída de las primeras gotas de lluvia sobre el asfalto y sobre nuestro vehículo. En el primer caso, la mezcla de agua y polvo en la carretera (si hace muchos días que no llueve la vía se encontrará sucia), produce que la adherencia que nos encontremos bajo nuestras ruedas sea menor de la que esperamos.
Pasarán bastantes minutos hasta que la carretera se limpie y dispongamos de la adherencia normal en mojado. Es por ello que en este intervalo de tiempo tendremos que extremar las precauciones y así evitar una situación de riesgo. Reducir nuestra velocidad, evitar acelerar y frenar bruscamente. Es decir, como si condujésemos en nieve o hielo.
En el segundo caso, el agua sobre nuestro vehículo, puede ser especialmente peligroso si nuestros limpiaparabrisas se encuentran en mal estado o bien con suciedad. Al igual que ocurre en la vía, se nos puede formar una capa de barro en los primeros barridos que disminuyan nuestra visión. Por ello es recomendable limpiarlos de vez en cuando o al menos, separarlos y soplar el polvo que se deposita entre ellos y el cristal.
No está de más hacer un ejercicio de memoria. ¿Cómo llevas los neumáticos en el vehículo? ¿Es el dibujo correcto? Es muy común que en verano se estiren las gomas más de lo recomendable y con ello, los peligros de sufrir aquaplaning aumentan gravemente.
Y el cielo se abrió sobre nuestras cabezas
Esta es la tormenta de verano que ninguno de nosotros queremos que nos pille. O al menos, no fuera de un lugar cubierto. Puede ser en forma de gotas gordas como abejorros o incluso granizo como canicas.En cualquiera de los dos casos lo más recomendable es aminorar la marcha, sobre todo si circulamos en autopista ya que la visión será muy reducida y si podemos detenernos en algún lugar seguro, optar por esta opción. Lo bueno de las tormentas de verano es que duran poco y en seguida el peligro pasa. Y es mejor que pase por encima de nosotros que empezar a pensar si la nube y tú lleváis el mismo destino.
Recuerdo que he sufrido dos tormentas graves. Una de ellas, por autopista, el copiloto sabiamente puso su mano en medio del parabrisas para crear otro punto de apoyo y evitar, mientras deceleraba, que uno o varios granizos pudiesen quebrar la luna. En otra ocasión fue en carretera convencional y en el primer camino lateral que encontré, me lancé debajo de un árbol para que me protegiese. Y no, no era una tormenta eléctrica. En ese caso, lo mejor es alejarse de los arboles ya que en nuestro coche estaremos a salvo de los fenómenos eléctricos.
Fotos | sgt fun, efilpera
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Posted: 06 Aug 2013 02:31 AM PDT
Hace un par de días empezamos a valorar las opciones disponibles una vez hemos decidido renovar nuestro vehículo, que básicamente consisten en buscar un coche de segunda mano que cumpla nuestras expectativas de estado y precio; o bien acudir a un concesionario y ser los primeros en desvirgar un automóvil.
Si hiciera este artículo en otra época, habría poco más que decir a parte de lo que ya vimos en la primera parte: valorar objetivamente el estado real de la posible compra, y comprobar honestamente si se ajusta a nuestras necesidades. Pero esta época no es como cualquier otra, estamos en un momento en que los mercados están decididos a exprimir a una mayoría cada vez más grande para que una minoría cada vez más pequeña multiplique sus beneficios.
Crisis, la llaman, aunque los ricos no se defenestran (como en el crash del 29), sino que son cada vez más ricos. Pero ese es otro tema. Veamos cómo esta coyuntura afecta a las posibilidades de conseguir un buen coche de segunda mano.
Analizamos el interior del mercado de segunda mano
El mercado de segunda mano
Aunque tengamos muy claros cuales son las características exactas del coche de segunda manos de nuestros sueños, de qué defectos podemos perdonar y qué es imprescindible; de qué precio estamos dispuestos a pagar… Pero todo eso no sirve de nada si ese vehículo no está en venta.Sobre todo, en el contexto social actual. Porque para que un coche entre en el mercado de segunda mano deben pasar dos cosas: que el dueño decida que ha llegado el momento de renovar en vez de reparar, y que elija poner su coche viejo en el mercado en vez de desguazarlo.
Y, debido a la crisis, tenemos la sensación de que cada vez más gente elige reparar mientras sea posible. A parte de las consecuencias negativas del envejecimiento del parque móvil eso también significa que, cuando llega la decisión de renovar, el coche ya no está en las mejores condiciones.
Antes, era relativamente sencillo encontrar automovilistas de clase más o menos alta que podrían permitirse renovar aún cuando su vehículo actual sólo tenía unos pocos años. Coches en un estado más que decente, pero a un precio asequible. Ya no es el caso. Las clases muy altas, probablemente, siguen comprando vehículos de lujo, pero el sector social que compraba vehículos de gamma normal para renovarlos cada pocos años ha sido básicamente aniquilado.
En consecuencia, el mercado de segunda mano hoy en día no contiene muchas gangas. Quizá alguna queda, pero muy diluida en un mar de carracas. A ver quién la encuentra.
La decisión de compra
Antes decíamos que lo primero que debe pasar para que un coche entre al mercado de ocasión es que su propietario valore que sale ganando dejando de tener ese vehículo para adquirir otro. En esa línea de razonamiento, lo primero que debe pasar para que un comprador decida hacerse con ese coche de segunda mano es que valore que sale ganando comprando ese mismo coche que el vendedor ha descartado.Es decir, vendedor y comprador deben tomar decisiones opuestas sobre el mismo vehículo. Si suponemos que ambas personas son perfectamente racionales (que es mucho suponer, lo sé, pero por un segundo daremos un voto de confianza al homo sápiens), sólo podemos explicar esta diferencia de acción de dos formas: o bien, ambas partes de la transacción disponen de información diferente, o bien tienen circunstancias diferentes que condicionan las decisiones.
Respecto al primer punto, obviamente el comprador siempre tiene menos información sobre el coche de segunda mano que está a punto de comprarse. Para mitigarlo, tenemos las estrategias para conocer el estado real del vehículo, que ya repasamos brevemente en el anterior artículo.
En épocas de bonanza económica, como ya hemos dicho, era sencillo encontrar vendedores cuya buena situación les permitiera darse el capricho de cambiar de coche cada pocos años. Si esa persona se junta con un comprador que desea un vehículo, sin la exigencia de que sea nuevo de trinca, entonces tenemos la transacción ideal. Ambas partes salen ganando, porque tienen circunstancias diferentes.
Pero hoy en día, con la que está cayendo (o la que nos están echando encima), las penurias económicas han igualado a la baja la circunstancias de muchos ciudadanos. Uno realmente se plantea que si un propietario ha decido deshacerse de ese vehículo, con las dificultades que hay para conseguir uno nuevo, ¿debería yo aceptar esa misma máquina?
Garantías, y mi decisión final
Un coche siempre comporta un goteo constante de pequeños gastos, por lo menos combustible, mantenimiento y seguro. Pero esto es, si cabe, más pronunciado con un coche de segunda mano. Creo que nadie se opondrá a mi si afirmo que un coche nuevo suele consumir menos, y (con una buena conservación) tardará algunos años en requerir pequeñas reparaciones.Ello, sumado a las dudas que siempre nos quedan sobre el estado real del coche de segunda mano, provoca que el ahorro inicial que supone acudir al mercado de ocasión quede ensombrecido por la incertidumbre.
Si acudimos a un negocio establecido de compra venta, nos darán ciertas garantías que intentarán mitigar dicha incertidumbre. Garantías que no tendremos si llegamos a un acuerdo con un particular. No obstante, por una parte estamos pagando esas garantías en el precio, y por la otra esas garantías siempre son mucho menores que las que nos daría un coche nuevo.
Por todo esto, y tras escudriñar durante unos tres meses el mercado de ocasión, y de decir docenas de veces “este está bien, pero…“, la verdad es que quedé muy decepcionado con los coches de segunda mano que están a la venta hoy en día. Muy decepcionado, y si cabe más enfadado con nuestros dirigentes.
En definitiva, mi decisión personal fue optar finalmente estrenar un coche nuevo. Si, es cierto, la situación económica lo hace complicado, y me ha sido necesario pedir una financiación que alarga y encarece el pago del vehículo. Pero al final me pareció la opción menos mala, que ya es mucho.
Fuente: Revista Circula Seguro
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