Carlos Julio Martínez Pérez*
El devenir de la vida, es el mejor indicador que nos permite
establecer las condiciones humanas, físicas e intelectuales en nuestro largo
trasegar por este valle de conocimientos y experiencias, en un mundo, donde
su accionar esta enmarcado en todo aquello que permita la reciprocidad
con nuestro entorno.
Resulta paradójico, que
cuando el individuo está en plena capacidad de discernir entre lo que se debe
hacer y lo que no es debido, llega el tiempo y le arrebata ese libre derecho de
poder manifestar su complacencia de vida, con todo aquello que le dio
sabiduría, pero que hoy, se lo quita por aquello del desgaste normal en nuestra
estructura orgánica y funcional de la materia humana.
Referenciando una posición
netamente mística, podemos decir, que lo anterior se fundamenta en aquella
actitud puramente creyente de considerar, que todo tiene un principio y un fin,
y de verdad, que hay razón en ello, pues
los constantes movimientos naturales en
sus diferentes ciclos nos lo han demostrado así.
Por tal razón, queremos
traer un tema fundamental de nuestro diario vivir, constituyéndose en argumento
de análisis de investigadores que se dedican a observar experiencias de
comportamiento en la conducción de automotores en aquella franja de conductores que ya
atraviesan cierta edad (adulto mayor) y se establecen en actores indirectos
de riegos en nuestras vías y carreteras.
De verdad que lo anterior
es un tema de gran relevancia para nuestra sociedad actual, una sociedad, que
exige mas retos como forma de lograr mayor independencia y así lograr ese
desarrollo en nuestras ciudades, pero eso si, con el concurso y participación
de todos aquellos que nos legaron las bases para construir un mundo mejor. Por
todo lo anterior y siendo justos con nuestra sociedad en general, hoy existen y, con gran juicio, grandes
ejércitos de especialistas en el mundo
entero, investigando formas que procuren que todos, no importando la edad,
podamos seguir conduciendo nuestros automóviles como herramienta fundamental en
nuestro diario vivir.
La idea es permitir que con
el paso de los años y cuando no estamos en un ciento por ciento, que nunca lo
hemos estado así sea en edad temprana, de nuestras capacidades físicas y
mentales, la tecnología pueda suplir aquellas deficiencias con cierta
implementación que permita el normal avance de vida en nuestros abuelitos; para
lo cual y, a manera de reseña, quiero comentar una acción que la Universidad de
Newcastle viene realizando con nuestros adultos mayores que consiste en tener conectados sus automóviles a
través de cierta diversidad de elementos electrónicos que permitan instrumentos
de navegación confiable como: sistemas de mirada nocturna para conducir en la
oscuridad y controladores inteligentes de velocidad, pues con ellos, dice el
estudio, se podría establecer la
concentración e interés en nuestros conductores como el nivel de estrés y hábitos de
manejo para determinar el grado de
adaptabilidad y funcionalidad al tiempo de conducir.
La experiencia obtenida de
nuestros mayores, en la materia, nos servirá para que en un futuro no muy
lejano podamos asumir lo presente con mayor interés y lejos de aquellas
situaciones de incomodidad, que para algunas culturas sin el buen desempeño tecnológico, resultaría demasiado complicado.
Por lo demás es cuestión de
adquirir compromiso institucional en
nuestras entidades del estado a la hora de permitir la comercialización de
vehículos, ellos, en gran parte, son los
responsables de la seguridad en una generación que aunque
hoy no sea el motor de nuestro desarrollo, si lo fue en épocas pretéritas, al
fijar el impulso que en la actualidad
les asiste a nuestros pueblos.
*Ingeniero Civil - Esp. En Gobierno y Gerencia Territorial
Subgerente Operativo - Instituto de Tránsito de Boyacá - ITBOY
Tel : 7450909 ext 110.
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