LAS INFRACCIONES REITERADAS PUEDEN TENER REPERCUSIONES TAMBIÉN EN EL ÁMBITO LABORAL Y PERSONAL
JULIO 2012
La velocidad “ya no vende”, el alcohol
al volante es causa de desprestigio y no ponerse el cinturón de
seguridad se ve como una gran imprudencia. La imagen del infractor va de
mal en peor. Y el reiterado incumplimiento de las normas puede traer
consecuencias que van más allá de la sanción
El maltrato a un niño, la violencia doméstica, el acoso escolar… hay
muchas conductas que antes se ‘toleraban’ de alguna forma y ahora
inspiran un gran rechazo social. Lo que algunos han venido en llamar
“violencia vial”, las malas conductas al volante (con alcohol, exceso de
velocidad, usando el móvil o sin cinturón), también ponen en peligro la
seguridad de las personas, su vida incluso. Y la sociedad española lo
va interiorizando poco a poco. Por eso, si bebe y pretende conducir, lo
normal es que alguien cercano intente persuadirle de que no coja el
volante. Si corre en exceso, lo lógico es que su acompañante le diga que
no pise tanto el acelerador. Si no se pone el cinturón de seguridad, lo
más probable es que su propio hijo se lo recuerde. Y si conduce el
coche de su empresa, lo normal es que le pidan cuentas si no cumple las
normas. Según el vocal de Psicología del Tráfico del Colegio de
Psicólogos de Madrid, Roberto Durán, “la sociedad ha cambiado en los
últimos años con relación a la seguridad vial; en general, hemos
madurado, pero, como todo cambio social, es lento y en España somos
tolerantes todavía con este tipo de conductas”. El contexto del tráfico
–asegura– “con poca vigilancia, anonimato e incluso impunidad”, favorece
que la violencia vial aparezca y se mantenga más en el tiempo.
En algunos países, cometer una infracción grave de tráfico o
incumplir reiteradamente las normas puede tener consecuencias laborales.
Por ejemplo, en EE. UU., la empresa FCC Ámbito, de recogida de residuos
industriales, cuenta con un Manual de Comportamiento al volante que
deben de cumplir todos los empleados que conducen vehículos de empresa.
Si cometen infracciones de tráfico, tanto dentro como fuera de su
horario laboral, van sumando puntos y si superan los 21 les quitan el
vehículo y pueden ser despedidos.
Conducir superando la velocidad permitida, de forma negligente o
bajo los efectos del alcohol, está penalizado con 20 puntos, aunque
pueden recuperar hasta cinco haciendo una serie de cursos que deben de
costearse ellos mismos. En el Reino Unido, los empleados de ING Car
Lease firman un documento que permite a la empresa consultar el registro
que recoge todas sus incidencias relacionadas con el permiso de
conducir, incluidas las infracciones. Además, les realizan controles de
conocimiento y una prueba sicométrica para identificar conductas de
riesgo y de tendencias antisociales al menos una vez al año. ING es
último ganador de las mejores prácticas de seguridad vial de empresas
del Reino Unido (www.drivingforbetterbusiness.com).
También en este país, en el terreno de los seguros puede tener
repercusión el número y tipo de infracciones cometidas y provocar un
aumento del precio de la póliza. En España, las medidas de las empresas
son más bien preventivas, aunque algunas van un poco más allá.
Ya hay empresas como Michelin, por ejemplo, que prohíbe expresamente
realizar cualquier tipo de llamada telefónica, incluso con el manos
libres. Y las llamadas entrantes deben ser breves, no más de un minuto.
Si necesitan más, deben parar para hablar. Según Hugo Ureta, jefe de
Comunicación Institucional de Michelin- España, la respuesta ante las
infracciones depende sobre todo de la legislación laboral de cada país:
“¿Hasta qué punto podemos pedirle nosotros a un trabajador información
sobre las multas que le han puesto o los accidentes que ha tenido…? Está
la libertad individual, la ley de protección de datos… La preocupación
existe pero, ¿en qué sustentas las acciones? Nuestra legislación laboral
no lo regula”. No obstante, tenemos constancia.
Fuente: Revista Tráfico y Seguridad Vial (Nº 215)
No hay comentarios:
Publicar un comentario