La seguridad en la conducción, como principio del comportamiento vial, exige al conductor la concentración de sus facultades físicas y psíquicas para un correcto dominio de las actividades que requiere la conducción. El estudio del movimiento del vehículo con la confianza y previsión que ya conocemos para estar preparado ante cualquier situación de riesgo que se presente.
El objetivo de este principio es dar una respuesta adecuada a las distintas y cambiantes incidencias que presenta la circulación vial con especial atención a la tarea de conducir. De esta manera, evitaremos poner en peligro nuestra vida y la de terceros ante la posibilidad de sufrir un siniestro vial. Si recordáis el artículo anterior, con la previsión se logra una mayor capacidad de respuesta a los mandos del vehículo.
Pues bien, con el principio de seguridad utilizaremos lo aprendido sobre algunos comportamientos viales para describir primero la situación y anticiparnos después, sin poner en peligro la seguridad vial.
Un conductor seguro es un conductor formado
Digamos que este principio tiene como fundamento subjetivo el mecanismo que implica concentrar la atención en la tarea de conducir y sobre esto nos habla el artículo 17 del Reglamento General de Circulación al referirse al control del vehículo o de animales dentro de las normas generales de los conductores:
1. Los conductores deberán estar en todo momento en condiciones de controlar sus vehículos o animales.Al aproximarse a otros usuarios de la vía, deberán adoptar las precauciones necesarias para su seguridad, especialmente cuando se trate de niños, ancianos, invidentes u otras personas manifiestamente impedidas.
2. A los conductores de caballerías, ganados y vehículos de carga de tracción animal les está prohibido llevarlos corriendo por la vía en las inmediaciones de otros de la misma especie o de las personas que van a pie, así como abandonar su conducción, dejándoles marchar libremente por el camino o detenerse en él.
El principio de seguridad aporta al conductor un perfecto dominio del vehículo para afrontar las situaciones que presenta la circulación vial. Si conseguimos con nuestra conducta dominar el coche, controlar su movimiento y velocidad aplicando al mismo tiempo el conocimiento de las normas de circulación alcanzamos la conducción defensiva o lo que es lo mismo, la suma de las dos técnicas: saber conducir + saber circular.
El intercambio social en la conducción
Hace tiempo, Josep nos exlicó algunas claves para una conducción defensiva y que vienen muy bien al hilo de lo que estamos hablando. Además, aprovecho para recordar esa pregunta casi al final del artículo: ¿Cuál debe ser la respuesta adecuada?, es decir, mientras manejamos el vehículo en un entorno compartido como es el escenario vial, ante la multitud de factores que intervienen en el fenómeno vial, ¿cómo podemos evitar las situaciones de riesgo?
No quiero dar pistas… pero, algo tienen que ver las personas que intervienen en la circulación vial (conductores, peatones, ciclistas…) y las circunstancias que le rodean e influyen en la conducción (alcohol, drogas, velocidad…). Si conocemos, por tanto, los factores de riesgo y somos capaces de reconocerlos podremos dar una respuesta adecuada a cualquier situación irregular que se nos presente a los mandos del vehículo durante la conducción.
Un ejemplo lo tenemos en el artículo 45 del Reglamento General de Circulación en cuanto a la adecuación de la velocidad a las circunstancias, dentro de los límites de velocidad regulados:
Todo conductor está obligado a respetar los límites de velocidad establecidos y a tener en cuenta, además, sus propias condiciones físicas y psíquicas, las características y el estado de la vía, del vehículo y de su carga, las condiciones meteorológicas, ambientales y de circulación, y, en general, cuantas circunstancias concurran en cada momento, a fin de adecuar la velocidad de su vehículo a ellas, de manera que siempre pueda detenerlo dentro de los límites de su campo de visión y ante cualquier obstáculo que pueda presentarse.Existen estudios sociológicos sobre el comportamiento y actitudes de los conductores al volante y cuando nos preguntan, decimos que somos muy buenos conduciendo y además, nos sentimos muy buenos cumplidores de las normas de tráfico. Sin embargo pensamos que los otros no son así. Esto genera un exceso de confianza que hace delegar la responsabilidad hacia terceras personas.
También, son importantes las condiciones del tráfico en la red vial: las deficiencias de la vía, las retenciones de vehículos por imperativo de la circulación, por ejemplo, suponen un cambio en las actitudes de los conductores. No obstante, de la experiencia del conductor y su carácter dependerá su conducción segura. Reaccionar con actitudes y comportamientos peligrosos ante cualquier presión dentro del entorno vial es propio de un carácter inmaduro. Evitemos, por tanto, esa inseguridad vial que a nada nos conduce.
*Fuente: Revista Circula Seguro
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