La sabiduría popular, basada en el sentido común, sentenció para siempre que “es mejor prevenir que tener que lamentar” o algo parecido que “es mejor prevenir que curar“. Sea como se haya dejado en la mente y boca popular para la tradición, el sentido común y los hechos han indicado e indican que así es.
Tratándose de la siniestralidad vial, y según las frías estadísticas oficiales, hay que resaltar que ella deja diariamente muertos, heridos, intenso dolor y pérdidas sociales y económicas de enormes proporciones.
Sobre las causas aparentes de la siniestralidad vial se observa (vistas al detalle) que se repiten, casi mecánicamente, en los informes de los organismos de control, cuando las consignan en registros oficiales: fallas mecánicas (motor, llantas, frenos, líquido para frenos; embrague, dirección, luces, caja de velocidades, cortos circuitos, refrigeración, etc.) , "falta de mantenimiento vehicular preventivo"; exceso de velocidad, “sobrecupo” de pasajeros o de carga; deficiencias en especificaciones técnicas de diseño, construcción y mantenimiento de la infraestructura vial, falta de señalización; deficiencias físicas y psíquicas del conductor (sueño, reacciones retardadas, acciones o reacciones voluntarias agresivas y temperamentales, "rabioso" manejo a la ofensiva), conducción vehicular en estado de “alicoramiento“; imprudencia del peatón o del conductor, desconcentración y descuidos del conductor; invasión del carril de sentido contrario, contravenciones a normas y señales de tránsito, comportamiento inadecuado de los pasajeros, mala estiba (acomodación) de la carga, etc.
Muy grave cosa es que las familias, cuyo conjunto conforma la sociedad, paralelamente a su compleja y pesada dinámica de la vida diaria, tengan que cargar irremediable y dolorosamente, con las costosas secuelas del fenómeno indeseado y muchas veces prevenible de la accidentalidad vial.
Según lo ha publicado el Instituto Colombiano de Medicina Legal (1) la accidentalidad vial en Colombia, en el año 2009, produjo 5.796 muertos (20 por ciento de los muertos por acciones violentas); además, estableció que para el período 2000- 2009 se calculó una tasa de 12,1 muertos por cada 100.000 habitantes, que es alta en comparación con los mismos indicadores para América Latina y para el Mundo. Agrega el citado Informe que “Independientemente de la cifra registrada tanto en muertos como en lesionados, vale la pena resaltar que la afectación de la vida social que producen estos efectos, bien valdría la pena que fueran ubicados como prioridad en la agenda pública; esto implicaría una reorientación de la política de prevención”.
Por su parte, el Fondo de Prevención Vial (2) estableció, en sus estadísticas, que el costo nacional por accidentalidad vial fue de 3,0 Billones de pesos en el año 2007; y en Boyacá, para el mismo año, alcanzó la importante cifra de 29.318 millones de pesos. Gran parte de estas sumas, en costos de oportunidad, hubieran servido bastante bien a la comunidad en mejoramiento de calidad de vida, si la cultura colectiva de prevención ( en su vivencia diaria) hubiera evitado o reducido, de manera significativa, la accidentalidad vial.
El investigador Domingo Dueñas (3) en comentario de referencia a la magnitud del problema, de conformidad con las cifras aquí citadas señala:“ es alarmante y quizás es el más grave problema social que está sufriendo el país; se debe tener en cuenta que el registro de accidentes usualmente es incompleto; a manera de ejemplo, el profesor Antonio Valdez en el libro Ingeniería de Tráfico, menciona que en un estudio realizado en California, se encontró que solo se había registrado el 44% de los accidentes, y de los que no habían producido víctimas solamente había datos en el 38% de los casos. Luego por magnitud real el problema es más grave del que se puede deducir con las estadísticas existentes.”
Lamentablemente, las causas reales de la accidentalidad vial no siempre se establecen, y la rigurosidad técnica o científica de los análisis para tratar de lograrlo se oculta, o lo que es peor se desconoce de manera inexplicable y marcadamente inconveniente para la vida de toda la sociedad. Se pierden, de manera indolente, voluntariosa y poco responsable, muchas de las lecciones que dejan los accidentes de tránsito; y éstos se repiten y se repiten, afectando a más y más actores y familias forzosamente vinculados, que terminan casi siempre asignando, en pleno siglo XXI, tan lamentables sucesos al destino “señalado“ (sino fatal) y a la mala suerte. Legalmente se asigna, de manera inmediata y directa, al conductor de automotores mucha o casi toda la responsabilidad de los siniestros viales porque aparente o realmente la tiene. Pero la responsabilidad ética y social trasciende y en mucho el ámbito personal de quien, ocasional e infortunadamente, incurre en eventos prevenibles de siniestralidad vial. En esto nadie está exento de culpabilidad social pues a la luz de la razón y de la lógica (más que de la letra de los reglamentos) toda acción de prevención de la siniestralidad vial debe promoverse y utilizarse de manera sostenida y muy seria con base en prácticas de rigor técnico y científico pertinentes; no hacerlo prolonga y magnifica, por omisión gravosa y dudosa intención, la responsabilidad estatal y social al respecto.
Las costosas campañas publicitarias sobre el fenómeno de la seguridad vial, en la realidad, no reflejan con la fuerza requerida el propósito de vincular metódicamente a la población en las prácticas de la prevención, y se toman con menor seriedad e importancia que aquellas referentes a la promoción generalizada de consumos de bienes o servicios, como ocurre con las propagandas sobre el consumo específico de bebidas alcohólicas o de cigarrillos que, “de taquito”, de manera atropellada y burlesca “en cumplimiento de la ley” anuncian que : “el consumo excesivo de … es perjudicial para la salud“.
"... las campañas publicitarias para la venta de automóviles y motocicletas sí reflejan que están convirtiendo este tipo de mercancías en uno de los objetivos principales que debe tener “todo ciudadano”; factiblemente, la reciente Feria del Automóvil tuvo más visitantes niños (futuros compradores) que adultos, y en la televisión se “bombardea” incesantemente en horarios infantiles propagandas sobre las “grandes bondades” del automóvil o de la motocicleta y nada se dice sobre educación vial o sobre el uso y ventajas de otros modos de transporte tales como la bicicleta y el caminar“ (4).
Por su parte, la publicidad en aspectos de la seguridad vial que debiera ser muy seria, permanente, gratuita (o a muy bajas tarifas por ser un servicio social de vida o muerte) e intensa por su importancia social siempre vigente, parece ser simplemente teórica, oportunista, sin compromiso social objetivo, marcadamente subjetiva, sin consistencia, de discutible o dudosa pertinencia (al parecer, se orienta más a crear pánico que a sensibilizar a la población sobre comportamientos estructurales para la convivencia, la solidaridad, el respeto, la participación familiar y comunitaria, y la cultura vial); esa publicidad, por todo eso, es ineficiente, y en esas condiciones, cualquiera que sea su tarifa, hace que el Estado incurra, en una oportunidad más, en infinitos e injustificables costos económicos y sociales que, como impuestos que son, debieran apalancar técnica y financieramente proyectos prioritarios y pertinentes de sentida conveniencia social .
Nadie está blindado en contra de los efectos e impactos de la siniestralidad vial que ronda, de manera tácita y permanente, por todas las calles y carreteras, y que hace parte, casi siempre soslayada, del subconsciente popular.
Problema de envergadura mayor es la carencia casi absoluta de sensibilidad social, o peor de desconocimiento intencionado, sobre la potencialidad creciente en la ocurrencia de accidentes de tránsito y sobre su real importancia, gravedad y trascendencia, en especial, desde el punto de vista de las familias que, de manera intempestiva y abrupta, deben alterar su modus vivendi porque son implicadas en las consecuencias de esos siniestros eventos.
El logro sostenido y creciente de la Seguridad Vial no depende, como se ha creído, de la fría, simple e impersonal existencia de normas, señales, controles y reglamentos cuyo cumplimiento casi discrecional y laxo ha inducido, con alta frecuencia, a distorsiones, interpretaciones leguleyas, burlas, incumplimiento, sobornos y “olímpicos” esguinces publicitarios en detrimento, desde luego, de la seriedad de las mismas normas y de la calidad de vida de los ciudadanos.
El asunto es de importancia y gravedad tales que implica, con fuerza mayor, las conductas y comportamiento diarios de todos los actores incidentes en las condiciones del tránsito peatonal y vehicular y de la comunidad entera; para cuyos cambios deseados de actitud colectiva, hay que reconocerlo y denunciarlo, no estamos seriamente preparados ni conscientes.
Las campañas sobre Seguridad Vial debieran buscar afanosamente la reducción continua, permanente y a toda costa de los índices de accidentalidad con la firme intención y trabajo para tratar de reducirlos, deseablemente a CERO, mediante la metodología adecuada de conscientización y sensibilización familiar y comunitaria, y privilegiando el cultivo del sentido común, el respeto, la responsabilidad familiar y social, la racionalidad y, en fin, la CULTURA VIAL (componente importante de cultura general) en todas las actuaciones pertinentes de la población.
Se sabe que el Observatorio Boyacense de Movilidad y Seguridad Vial - SEGVIAL BOYACÁ - está a punto de presentar, (para conocimiento, análisis y demás fines pertinentes) ante los organismos y autoridades competentes, su innovador proyecto “Sensibilización familiar de la prevención vial”; y se registra que lanzó, con relativo apoyo y por sus propios medios (página WEB: http://observatoriosegvial.blogspot.com/ - a manera de ensayo y sana provocación) la campaña permanente: “La prevención vial en familia es fuente de salud pública y de vida para todos, incluso para Usted”. Estas iniciativas bien intencionadas y viables podrían ser consideradas y apoyadas, por las instancias de competencia y por las comunidades, como estrategia fundamental para inducir a la sociedad entera, y a todas las organizaciones de ésta, a tomar conciencia vial desde la base familiar que es, a juicio de varios estudiosos, irreemplazable; y que puede ser muy eficiente si se toma en serio y como fundamento determinante de CULTURA VIAL sostenida y creciente. En esto, como en tantos otros aspectos, BOYACÁ podría constituirse en Departamento Piloto de Colombia; desde luego, que con la participación amplia, voluntad y esfuerzo de todos, según la capacidad de acción y la responsabilidad social de cada quien.
La Prevención Vial no puede ser de temporada u ocasión, ni reservada a oficio, autoridad específica o estrato poblacional alguno, ni una campaña publicitaria, ni un efervescente eslogan , ni propiedad de alguien porque la afectación de la siniestralidad es generalizada y universal. La prevención de la accidentalidad vial debe ser una conducta de estructura social, una cultura que hay que incrementar, sostener y cualificar día a día, persona a persona, familia a familia, empresa a empresa, y poder a poder; ésto puede lograrse socializando y sensibilizando intensamente sobre su filosofía, necesidades y compromisos en toda organización social. Comenzando esa estrategia por la familia como célula básica, puede garantizarse la supervivencia civilizada y autoprotegida de la humanidad y, obviamente, como proyecto de vida con máxima cobertura espacial y demográfica.
El autor agradece la colaboración calificada y oportuna que recibió de los profesionales Domingo Dueñas Ruiz, Juan Carlos Sánchez Suárez y de otras personas, en la preparación y publicación de este escrito.
Todo comentario objetivo sobre este tema será bien recibido y valorado, por el Observatorio SEGVIAL BOYACÁ, para la construcción de conocimiento sobre Seguridad Vial y en la formulación de propuestas viables, innovadoras y pertinentes de Prevención Vial.
HUGO ARIAS CASTELLANOS
Ingeniero en Transportes y Vías
(1) Ver “Forensis 2009: datos para la vida”
(2) Ver datos estadísticos del Fondo de Prevención Vial citados por el ITBOY en su propuesta de Plan de Seguridad Vial para Boyacá.
(3) DUEÑAS, Domingo. Comentarios sobre el tema” La prevención vial en familia, un proyecto de vida”.
(4) Ibídem