Las ventajas a priori que se contaban en la descripción de este producto pasaban por ciertos descuentos y beneficios en la póliza si se cumplían los objetivos marcados, básicamente una forma de premiar la falta de siniestros o la conducción segura en un colectivo inicialmente de riesgo. Las bonificaciones por ejemplo se otorgaban realizando menos de X kilómetros en horario nocturno, menos de Y kilómetros al año o por debajo de otro número de kilómetros determinado en recorridos urbanos. Ahora se han dado a conocer los resultados del primer año completo y las conclusiones son reveladoras: no parece que los jóvenes sean tan descerebrados como inicialmente se pensaba.
Empecemos por el principio: grupo de riesgoEl principal grupo de riesgo lo forman conductores cuyo perfil medio (el de referencia, digamos) es un conductor jóven, de unos 22 años (22 años y cuatro meses), con poca experiencia y poco tiempo de carnet (8 meses) y que realizan a diario más de seis viajes, contando cada viaje con un trayecto medio de 11 kilómetros. Es decir, distancias cortas y frecuentemente, en entorno urbano con algunas pinceladas de desplazamientos por autovía/autopista (vías “seguras”), y principalmente los fines de semana.
Al contrario, dentro de la franja de conductores de entre 18 y 30 años, el perfil básico de mínimo riesgo lo forman conductores de 26 años, con una experiencia y carnet de alrededor de 6 años, que realiza algo más de dos viajes diarios en coche a partes iguales entre carreteras seguras y el resto de vías (urbano o comarcales, por ejemplo). El tiempo en coche por viaje puede estar en torno a los 55 minutos. Y si, por si os lo preguntábais se da la situación de que hay áxima igualdad entre sexos en este grupo: 49% de hombres y 51% de mujeres. En el grupo de máximo riesgo hay más hombres que mujeres.
La evaluación lleva a mejoras en las bonificaciones, ¿cuál es la razón?
Si tras evaluar el primer año de YCAR y concluir que las bonificaciones van a mejorar en casi todos los casos, la pregunta del anterior titular se responde por sí misma. Si las bonificaciones mejoran es porque la experiencia piloto ha mostrado menos riesgo del calculado inicialmente para esos grupos de jóvenes. Específicamente, las características del seguro seguirán siendo las mismas, pero las distancias kilométricas se amplían tanto de día (de 10.000 km a 17.000 km) como de noche. Se introduce el factor “conducción urbana” porque es en ese entorno donde más accidentes hay (desde los muy leves hasta los graves, siendo más frecuentes los leves o muy leves).
Las bonificaciones que antes se entregaban en forma de cupones de descuento en combustible se transforman ahora en descuentos directos de la póliza, o para utilizar como mejor convenga al conductor. Es un “premio directo” y a paritr de las conclusiones del estudio realizado sobre 60.000 jóvenes que incorporaron el sistema GPS de seguimiento se ha podido decir que las condiciones de riesgo de los jóvenes parece que son mejores que lo esperado (o lo presupuesto).
La mayoría de los jóvenes monitorizados de entre 18 y 30 años tienen un bajo perfil de riesgo, de hecho el 90% entra dentro de este bajo riesgo, y hay dos conclusiones interesantes: la probabilidad de accidente aumenta con el número de desplazamientos y kilómetros y si es en vía urbana, y tener un accidente no implica culpa y por tanto, pérdida de bonificaciones necesariamente. Curioso que la reivindicación de muchos jóvenes que no entienden que cuatro (o una decena, o un millar) cafres condicionen su seguro, al final tenga su compensación.
Es verdad que estos resultados salen de la muestra específica recogida gracias a los datos del GPS instalado en los coches de los jóvenes que contrataron este seguro, pero 60.000 individuos en una muestra me parece un número bastante prudente a partir del que sacar algunas conclusiones. En fin, resumiendo creo que se puede ver más claro que los riesgos al volante no dependen necesariamente de la edad del conductor, pero sí que influye la frecuencia de desplazamientos diarios, la cantidad de kilómetros recorridos y la cantidad de tiempo que pasemos en la ciudad.
Evidentemente, lo que determina para nosotros el riesgo al volante es el porcentaje de masa corporal dedicada al sentido común, pero de momento no existen detectores fiables de esta característica. Quedémonos con la copla de que si conseguimos que haya seguros personalizados reales dejarían de pagar justos por pecadores. Sigue siendo algo utópico pero por algo se empieza.
*Fuente: Revista Circula Seguro
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