miércoles, 26 de junio de 2013

LAS DISTRACCIONES SOBRE LAS VÍAS



Sergio de Jesús Ojeda Gómez
Abogado  
Director del Centro Integral de Atención del Instituto de Tránsito de Boyacá - ITBOY

Las estadísticas oficiales y sus análisis serios nos muestran, casi que de manera continua,   que los accidentes de tránsito se producen fundamentalmente por causas humanas, sin desconocer, obviamente, las causas naturales y físicas del vehículo y la vía.
Ahora bien uno de los problemas que se tienen identificados desde la seguridad vial no hace responsable directamente al Estado, por el contrario están identificados los actores del tránsito (peatones, conductores, pasajeros), como los que presentan dificultad desde la esfera privada; me refiero a la deficitaria capacidad de concentración como un aspecto generalizado que contribuye en la generación de los accidentes de tránsito; esta dura afirmación se emite por que cada uno de nosotros es responsable por sus actos, puede y debe velar por evitar encontrarse con distracciones (externas, internas) que interfieren con el ejercicio de la profesión, trabajo, actividad encomendados o propuestos, máxime cuando se trata de una actividad de alto riesgo que exige total entrega (concentración); es decir, que nada debe interferir con el máximo nivel de atención; los estímulos de la familia y  la sociedad se orientarán a evitar hacer “caer en tentaciones” a conductores y peatones.
Este problema cognoscitivo (capacidad de conocer y comprender) se refleja  en una conducta descuidada, incapaz de adaptarse a las diferentes variables o situaciones del tráfico vehicular, generando un desequilibrio en términos de movilidad y seguridad. A pesar de que la experiencia demuestra que la incapacidad de interactuar con equilibrio y sobriedad se presenta cuando se distraen los recursos visuales, mentales, auditivos, emocionales en una tarea diferente a la de la conducción del vehículo automotor; persistimos en  distraernos voluntaria o involuntariamente. El conductor que comparte el celular y la conducción es tan irresponsable y peligroso como el que mezcla la conducción habiendo  ingerido bebidas alcohólicas
El problema de distraer los recurso propios de los sentidos del ser humano y de las emociones comienza en los primeros años de vida cuando el niño(a) tiene por misión su educación escolar y frente a los trabajos o tareas del día siguiente quiere de manera caprichosa alimentarse, simultáneamente con observar la televisión, atender el celular y estudiar; lo cual, pareciera normal y habitual, pero que deja malos resultados académicos en esa edad; dichos hábitos y costumbres inadecuadas terminan por forjar una personalidad descuidada con bajos niveles de atención y por ende bajo rendimiento.
Como esta visto, en líneas generales, el problema no radica en incapacidad o dificultad para aprender, sino en tener una personalidad dispersa, en la cual no somos conscientes de los efectos que ello produce. La propuesta para reversar o reorientar este proceso toxico requiere la colaboración decidida de la familia, la empresa, la academia de tal forma que permita a los actores de la vía fijar la atención, concentrase en lo que se dispuso hacer como proceso mental voluntario, de tal forma que le permita razonar, responder y decidir oportunamente ante cada una de la variables circunstanciales que se presentan en  el tráfico vehicular día a día.
Parece patológico y adictivo, el uso de nuevas tecnologías de la comunicación,  compartir simultáneamente dos o más actividades, es decir que también se comparten funciones físicas y capacidades mentales, lo que implica que las dos tareas se cumplen con un máximo rendimiento  del 50% de lo ideal; con este porcentaje cualquier labor es insatisfactoria, pobre, de bajo rendimiento  etc.
Rendir al 50% como máximo compromete la seguridad ciudadana, pues  una respuesta de este nivel no puede ser satisfactoria ni oportuna frente a los factores de riesgo presentes en la conducción de vehículos automotores. Lo que sí se puede afirmar es que compartir coetáneamente estas dos actividades conculca la seguridad personal y la de los demás automovilistas, pasajeros, acompañantes y peatones.
Importante recordar que, por lo general, para afrontar con éxito un riesgo sobre la vía, se requiere máxima concentración para poder percibirlo, ya que se dispone de muy poco tiempo y espacio; así planteado el problema se invita a quienes frecuentan la conducta de conducir y comunicarse con su equipo móvil( celular, tabla,..) a no sobrevalorar sus capacidades, a que no desestimen  los riesgos y las molestias que puedan causar a sus congéneres.
Estas conductas son objeto de frecuentes  requerimientos, pero solo se logra la atención cuando las autoridades imponen las sanciones que contempla el Código Nacional de Tránsito Terrestre Automotor; a pesar de ello existe la tendencia a justificar, de cualquier forma eficaz,  el comportamiento, sin pensar que no se respeta a los acompañantes y/o pasajeros pues se les expone a riesgos innecesarios, y se demuestra descomedidamente que es más importante el que está al otro lado de la línea telefónica, que no les importa el problema de movilidad que generan, aunque si protestan cuando otros obligan a reducir su ritmo por la misma causa (“el espejo aún no se usa” ).
La recomendación es el uso excepcional y racional del celular pero con manos libres, solo para informar que devolverá la llamada más tarde, de tal forma que no interrumpa la concentración mental, que no divida la capacidad de fijar la atención sobre la vía y que las dos manos puedan guiar el vehículo; así  se permite a los sentidos captar lo que ocurra con oportunidad, de tal forma que se puedan advertir a tiempo los peligros o cambios inusitados que se presenten a diario en el tráfico vehicular, y contar con maniobras evasivas. Esa concentración permitirá en todo momento advertír los descuidos que puedan cometer peatones distraídos y/o conductores de otros vehículos, incluso los peligros propios de la vía y del medio ambiente.
Podría concluirse que el éxito personal como conductor radica en la velocidad y precisión con que se realicen las acciones evasivas que  permitan evitar un obstáculo; esto solo se logra dependiendo de la capacidad de atención, de la concentración, grado de motivación y responsabilidad que se tiene para conducir. La pérdida de movilidad en la ciudad y los accidentes  viales no siempre dependen del conductor; también, los descuidos (distracciones) son propios de peatones, pasajeros y acompañantes de tal forma que lo expuesto es válido   para todos y en todo momento.

 

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