miércoles, 1 de junio de 2011

¿Universidad? Sí gracias, pero distinta por favor…
Javier Martínez Aldanondo,
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl
 
"El colmo de la estupidez es aprender lo que luego hay que olvidar"Erasmo de Rotterdam.
Por si alguien tenía dudas, es evidente que la educación no aprende.En la encuesta de la columna anterior planteé 2 preguntas muy sencillas: 1. Qué exámenes de la universidad serías capaz de aprobar hoy y 2. Qué utilidad tuvo lo que estudiaste en tu posterior vida profesional. Las respuestas entregadas por casi 400 personas han sido muy elocuentes:
  • Solo un 7% responde que aprobaría la mayoría de los exámenes si tuviese que hacerlos de nuevo lo que implica reconocer que no recuerdas casi nada de lo que supuestamente aprendiste.Si no lo recuerdas es porque seguramente nunca lo tuviste que aplicar ya que no hubo situaciones, trabajos, tareas donde lo necesitases. Esto es especialmente grave si trabajas en lo mismo que estudiaste, pero también si trabajas en otros ámbitos. Muchas personas cambian no sólo de trabajo sino de profesión,  lo que nos demuestra que debiésemos centrarnos en aprender conocimientos transversales con independencia del trabajo que desempeñes. ¿Se puede permitir un país tener un sistema educativo cuyos profesionales reconozcan haber olvidado el 95% de lo que estudiaron durante 5 años? ¿Somos conscientes del despilfarro descomunal de energías, recursos y, sobre todo, de tiempo que esto supone? Necesitamos cambiar nuestras metodologías que se demuestran ineficientes para garantizar el aprendizaje.
  • Únicamente un 8% reconoce que la mayor parte de lo que estudió le resultó útil. ¿Se puede permitir un país tener un sistema educativo en que la inmensa mayoría declare la inutilidad de casi todo lo que estudió? Es obvio que necesitamos revisar los curriculums ya que estamos reconociendo que la universidad te enseñó cosas que no merecían la pena y que hoy no sabes y sin embargo no te enseñó otras que hoy sabes son importantes y que has ido aprendiendo con posterioridad y por tus medios (generalmente en el trabajo).

Varias personas respondieron que a pesar de todo,  aprendieron otras cosas muy importantes que les han resultado de gran utilidad como "razonar, planificar, trabajar con otros, comunicar, etc". No deja de ser curioso reconocerle a la universidad esos "obsequios"extra por dos razones:
  • La universidad no considera que esos conocimientos sean importantes y por tanto, no te los enseña (no existe la asignatura de razonamiento ni profesores de trabajo en equipo) sino que por fortuna, hay alumnos que los aprehenden.
  • Como no los enseña, tampoco los evalúa sino que solo evalúa las materias y asignaturas oficiales (no recibes nota por trabajo en equipo). Lo llamativo es que si, años después, creemos que esos conocimientos son importantes, debiesen formar parte esencial del curriculum y no depender de que los llegues a aprender por casualidad.
En mi caso, mientras estudié la carrera de derecho, jamás pisé un juzgado, una cárcel o un despacho de abogados. La educación nos vuelve expertos en resolver problemas teóricos pero no en resolver problemas prácticos. Sabemos de sobra qué hay que hacer para adelgazar (dejar de comer y hacer ejercicio) o para que termine el hambre en el mundo, pero hacerlo realidad es otra cosa. El problema teórico tiene solución clara, pero, al implementarla empiezan a aparecer variables que no habías previsto: voluntad, estado de ánimo, motivación, miedo, presiones, desconfianza. Mi computador resuelve problemas de matemáticas, física o geografía, pero no puede resolver conflictos humanos, por tanto merece la pena aprender a manejar estos temas en lugar de las asignaturas de siempre.
Hay cifras que indican que en España, el 45% de los jóvenes se encuentran desempleados lo que no me sorprende en absoluto. Quienes contratamos recién licenciados sabemos hace tiempo que una vez terminan su periodo universitario, apenas tienen conocimiento valioso para las empresas. Si la universidad garantizase a los jóvenes que tras 5 años de esfuerzo, contarán con conocimientos apetecidos por el mercado, no tendrían ningún problema ni para encontrar empleo ni para emprender y generarse su propio puesto de trabajo. La universidad sigue confundiendo información con conocimiento que es algo interno, ligado a la experiencia y que permite actuar. La lista de emprendedores que abandonaron la universidad antes de tiempo para comenzar negocios revolucionarios es larga: Bill Gates, Steve Jobs, Michael Dell, Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Ellison(Oracle) o Jack Dorsey (Twitter).
¿Por qué resulta tan difícil producir mejoras en la educación superior? En primer lugar, porque estamos convencidos de que el proceso que tenemos es el correcto (carreras, asignaturas, evaluaciones, metodologías). Pero sobre todo, porque para tomar las decisiones necesarias, es imprescindible saber cómo aprende el ser humano, es decir, conocer cómo funciona el cerebro y en concreto la memoria, algo que ni los políticos ni la mayor parte de autoridades o profesores universitarios conocen. Los académicos suelen ser especialistas (expertos teóricos) en sus respectivas áreas de conocimiento pero no saben lo suficiente sobre cómo se aprende y cómo  enseñar a sus alumnos. Debido a que todos pasamos por la universidad, tenemos un paradigma sobre cómo esperamos ser enseñados y también sobre cómo enseñamos.
Si hablamos de la memoria, entonces merece la pena preguntarse qué recordamos, porqué lo recordamos y porqué olvidamos tanto, sobre todo, después de hacer ingentes esfuerzos para retenerlo.Si te pregunto qué recuerdas de la universidad, es improbable que seas capaz de recitarme datos, definiciones, conceptos o teorías. De hecho tendrás incluso problemas para recordar los nombres de las asignaturas. Igualmente, si te pregunto qué noticias recuerdas haber leído en periódicos o haber visto en la TV hace 1 mes, también tendrás dificultades a pesar de haberles dedicado un buen tiempo. Sin embargo, si te pregunto qué sabes hacer (o lo que es lo mismo, qué no has olvidado) todo lo que respondas, ya sea nadar, preparar una paella, gestionar proyectos o escribir un artículo, son unas cosas que en algún momento aprendiste y que eres capaz de recordar y ejecutar sin dificultad.
¿Qué distingue lo que recuerdas de lo que olvidaste? Que lo que recuerdas lo aprendiste de la experiencia, haciéndolo, practicándolo repetidamente. Esto no es ningún descubrimiento, pero parece que el sistema educativo no lo ha tomado en cuenta. Los establecimientos están diseñados para que los jóvenes permanezcan sentados y callados, tomando apuntes mientras reciben cantidades industriales de información de sus profesores. Si sabemos que aprendemos de la experiencia entonces, ¿Cómo se explica que la universidad esté diseñada para que los jóvenes no tengan apenas ninguna experiencia, no practiquen nada? El sistema educativo sigue basado en la información (asignaturas, contenidos, exámenes) pero la información se olvida rápidamente, las experiencias personales son bastante más memorables, sobre todo si las practicas de forma repetida hasta que quedan grabadas en tu cerebro. La experiencia no es lo que te pasa sino lo que haces con lo que te pasa. Aprender consiste en acumular en la memoria experiencia reutilizable en el futuro y es una habilidad que te acompaña desde que naces hasta que mueres, desde que despiertas hasta que te duermes. En varias ocasiones hemos abordado el proceso que siguen los seres humanos para aprender y que se basa en tener objetivos que alcanzar, desarrollar un plan para alcanzarlos, actuar en consecuencia, fracasar, explicarse por qué, corregir el plan y almacenarlo en la memoria para su uso posterior. La mente es un repositorio de casos. Como expliqué con el ejemplo del terremoto de Chile del 2010, cada vez que vas a ejecutar cualquier acción en tu vida diaria, tu cerebro busca en su memoria el conocimiento almacenado y te lo suministra para que puedas actuar. Si no encuentra nada, no puedes actuar y por tanto, necesitas aprender. El sistema educativo te tiende una trampa peligrosa porque como sabe que aprender experimentando es bastante más complicado de gestionar, simplifica el proceso y pone el foco en lo que resulta sencillo (proveerte toneladas de información) en lugar de ayudarte a adquirir conocimiento. Por si fuese poco, se enfoca en enseñar lo que resulta fácil de evaluar en un examen y no lo que de verdad es relevante. Esto sin considerar algunos peligros adicionales:
1. La información no sólo se olvida sino que caduca cada vez más rápido
2. La información abunda, es gratuita y está disponible a través de dispositivos tecnológicos que la almacenan mejor y en mucho mayores cantidades que el cerebro y que te la proveen cuando lo necesitas.
La educación es la principal herramienta para el desarrollo de cualquier ser humano o sociedad pero el modelo educativo que tenemos, en el que se inserta la universidad, ya no resiste más. No hay que desconocer que fue diseñado para un mundo radicalmente distinto al que hoy conocemos. El hombre es el animal que requiere de más apoyo para poder valerse por sí mismo y ser autónomo. Ese apoyo llega en sus primeros años de vida principalmente de sus padres que no suelen ser expertos en aprendizaje. Durante siglos, la educación era asumida por los ancianos de la tribu y tenía por objeto enseñar habilidades muy ligadas a la supervivencia de la especie como cazar y luchar para defenderse, atacar o huir. La llegada de la escuela busca alfabetizar y preparar a los futuros trabajadores de las fábricas de la revolución industrial. Luego surge la universidad, inicialmente d edicada a  los herederos de las clases acaudaladas con el objetivo de proveerles cultura y acceso a la vida intelectual (saber) y no necesariamente competencias. Hoy, el acceso a la universidad se ha globalizado y te acompaña durante toda la vida laboral. Esa universidad, que fue concebida para un mundo estable, predecible y donde la información era escasa, no ha cambiado. Resulta ineficiente ya que en lugar de prepararte para acceder al mundo laboral, se comporta casi como un  medio de comunicación más, difundiendo información e ignorando que lo que hoy necesitamos no es más información (saber) sino más conocimiento (saber hacer).
Al igual que un equipo de fútbol, las universidades también están condicionadas por la materia prima que reciben. El trabajo en las "divisiones inferiores" es bastante deficiente porque el colegio  insiste en adiestrar a los niños para obedecer, memorizar y aprobar exámenes. Se sigue aplicando a rajatabla la máxima de San Benito "Al maestro le corresponde hablar y enseñar y al discípulo callar y escuchar". Las universidades reciben jóvenes con su capacidad de aprender atrofiada tras muchos años sentados escuchando y memorizando. Los niños no aprenden sino que memorizan sin entender. Para mejorar la universidad, habría que modificar el sistema escolar que se ha convertido en una competición despiadada por obtener buenas notas y no en aprender.
La universidad tiene además un hándicap importantísimo: El único interés de sus "clientes" es el resultado: obtener un título. Les importa poco el proceso. En general las asignaturas les resultan aborrecibles, no les entusiasman. Si haces el experimento de entrar en un aula universitaria de cualquier carrera y propones a los alumnos regalarles el aprobado ¿Cuántos crees que se quejarían y te dirían "no gracias, lo que quiero es aprender"?. En una sala de cine, en cambio, si les dijésemos a los espectadores que para que se ahorren tiempo les contaremos el final de la película nos echarían a patadas. Ellos están allí precisamente para disfrutar de la experiencia. Y eso es lo que debería ser la universidad, una experiencia de aprendizaje que disfrutar.
Para la mayoría, innovar en educación significa mejorar lo que ya estábamos haciendo. En mi opinión lo que tenemos que hacer son cosas distintas. Innovar significa no poner límite a las preguntas: ¿Estamos enseñando lo que deberíamos enseñar?¿Deberíamos enseñar otras cosas que no se están enseñando? ¿Cuáles son esas cosas? ¿Deberíamos cambiar la forma en que enseñan los profesorespara asegurar que el aprendizaje permanezca?¿Cuál sería esa otra forma? ¿Qué rol debiese jugar la tecnología? ¿Necesitamos profesores? ¿Seguimos con profesores que dan clase e imparten lecciones? ¿Es lógico que sean académicos con escaso contacto con el mundo empresarial? (ver historia de los dragones) ¿La universidad debe durar 5 años? ¿Por qué no 10 ó 2? ¿Un examen escrito o un test es la mejor manera de evaluar lo que se aprende? Si cambias 10 veces de trabajo ¿Tienen sentido las carreras monolíticas? ¿Porque la oferta de lo que se debe estudiar y el número de plazas no lo decide el mercado? ¿Podemos seguir diseñando universidades como las que nosotros conocimos? ¿La arquitectura de las aulas es la idónea para aprender?
El asunto por lo tanto no es universidad sí o no sino qué universidad necesitamos y cómo adaptarla a un mundo distinto al que la vio nacer. La pregunta que hay que hacerse es doble: Si necesitas aprender, tu intención es ¿saber o hacer? Si lo que te interesa es saber, entonces, aparece una lista interminable de cosas absurdas que luego hay que verificar mediante tests y que te obligan a  estudiar, ir a clases, escuchar a profesores, leer libros y tratar de retener y memorizar el máximo de información en el disco duro de tu cerebro. Pero si tu intención es Hacer, entonces práctica, práctica y práctica. No hay otro secreto.
La educación sigue basada en proveer información en vez de convertir información en conocimiento. ¿Por qué florecen las universidades corporativas? Porque las universidades no cumplen bien su cometido, ni tampoco se preocupan de acompañar a las organizaciones en sus procesos de aprendizaje continuo. ¿Cuál es nuestro objetivo, como sociedad respecto a la educación? ¿Que los jóvenes sepan mucho? ¿O que aprendan a manejarse en la vida, gestionarse a sí mismos, ser ciudadanos solidarios, ecológicos, profesionales creativos, innovadores, emprendedores, crear familias sanas, relacionarse con otros…?
Está claro que consideramos poco útil la mayoría de lo que en su día estudiamos y posiblemente, como consecuencia de ello, olvidamos casi todo. Aprender conceptos sin practicar para que ojala los recuerdes 10 años después se demuestra absurdo ¿Cuál es entonces el sentido de estudiar cosas que vas a olvidar o que nunca te servirán ni serán útiles?  La universidad puede seguir haciendo oídos sordos y nadando contra corriente (como ocurre a otras instituciones centenarias como la iglesia) o reinventarse. No está en duda la existencia de la universidad, lo que está en duda es que siga siendo la misma institución poco eficiente y anticuada. No en vano, hay quienes ya avisan que la próxima burbuja puede ser la educación superior."

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