"Temet nosce = conócete a ti mismo"
Los que somos suficiente te frikis no tardamos ni dos segundos en identificar el origen de la frase latina que encabeza este artículo. Se lo dijo la malograda actriz Gloria Foster (descanse en paz) a un súper héroe en ciernes, para ayudarle a encontrar su camino. Dicen los expertos que la traducción viene a ser «conócete a ti mismo».
Ya en el mundo real, es un consejo que se puede aplicar a casi todos los ámbitos de la vida. Uno mismo siempre es la persona más importante que necesitamos conocer. Y, a menudo, la que resulta más difícil de juzgar honesta y subjetivamente. Conocer nuestras limitaciones, pero también nuestras capacidades, son los pilares de una vida plenamente desarrolladas. Pero dejémonos de filosofadas, y hablemos de seguridad vial.
Cuando circulamos, somos plenamente responsables de todos los movimientos de nuestro vehículo. De alguna forma, dejamos de ser un cuerpo humano, para pasar a maniobrar un cuerpo metálico provisto de ruedas. Además, esta nueva piel es mucho mayor y pesada que nuestro cuerpo habitual. Y si, encima, nuestro coche va pintado de azul, no os digo a qué otra película del mismo género me recuerda.
Con todo esto, lo que pretendo decir es que, en plena circulación, temet nosce significa conocer nuestro vehículo, sus capacidades, sus limitaciones y sus reacciones. Pero no sólo las características técnicas del vehículo, sino también nuestra habilidad para controlarlo.
Porque, en esto, los vehículos son como las personas. Aunque todos se parecen, comparten un mismo diseño en general, en el fondo todos son un poco diferentes. Cada uno es todo un mundo.
Por poner un ejemplo, el que ya he usado alguna que otra vez. Si pretendemos salir de un STOP, obviamente tenemos que aguardar al momento idóneo en que se cree el suficiente hueco para incorporarnos a la nueva vía con seguridad.
Pero el tamaño del hueco necesario depende, y mucho, de la capacidad de aceleración que tenga nuestro vehículo. Una berlina familiar de 10 años y un motor de 90cv (originalmente, con la edad ya habrá perdido alguno) requerirá un hueco mayor que un compacto recién horneado con un motor de 160cv.
Pero, como dije antes, no todo está en la mecánica. El responsable de todo lo que haga nuestro vehículo, sigue siendo el ser humano que lo dirige. Y no todos tenemos la misma capacidad. Incluso una misma persona no tiene la misma capacidad a lo largo de su vida.
El ejemplo paradigmático de lo que estoy diciendo son los conductores noveles. De este tema puedo hablar con propiedad porque, como sabéis, lo era hasta hace prácticamente cuatro días (bueno, más bien casi cuatrocientos, pero ya pilláis la idea). Cuando uno empieza, es mucho más torpón con el embrague. Pero, a diferencia de lo que alguna gente puede creer, eso no representa un peligro… siempre que te conozcas a ti mismo y esperes pacientemente a un hueco adecuado a tus capacidades.
Esto es lo que en ocasiones provoca alguna que otra tocada de pito (por no decir de c…), porque el resto de conductores analiza la situación desde el punto de vista de sus capacidades, no de las del novel. No es inseguridad. Al menos, no lo es siempre.
A todo esto, debemos añadir la conocida frase: «Yo soy yo, y mis circunstancias». Cada uno de nosotros tiene diferentes versiones, que ven la luz dependiendo del entorno en el que nos encontramos. Por ejemplo, si nos vemos obligados a madrugar, incluso si nos pegamos una buena ducha para desperezarnos, probablemente estaremos algo más lentos de reflejos, es algo biológico que no podemos erradicar de nuestra naturaleza. Pero sí podemos hacer que no sea un peligro, si lo tenemos en cuenta.
Incluso las circunstancias de nuestro vehículo pueden alterar su comportamiento en un momento dado. Volviendo al ejemplo de la salida del stop, la misma berlina de 90cv se comportará de forma muy diferente si tan sólo transporta al conductor, en comparación a cuando lleva cinco personas, el maletero a rebosar y la baca cargada como una mula.
En definitiva, como en casi todo en la vida, conocerse a si mismo es algo realmente imprescindible. Por lo tanto, como decía la venerable anciana, Temet nosce. ¿Una galletita?
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